Columna


Fracaso y ocaso de Julio Guerra

GUSTAVO MONTES FERNÁNDEZ

10 de septiembre de 2013 12:00 AM

Corría el año 1997 cuando Julio César Guerra Tulena capoteaba como presidente del Senado la crisis de Ernesto Samper y a decir de la historia lo hizo acertada y hasta brillantemente si de medir resultados se trata.
En la brillantez de su expresión discutía el senador Julio con Enrique Santos Calderón, autor de la columna contraescape en el diario El Tiempo, hermano del hoy presidente Juan Manuel Santos y con suma propiedad ante unos señalamientos de Enrique, el senador Guerra Tulena manifestaba  “soy un hombre de bien y mi honestidad no se acrisola, ni se mancha por una columna de prensa” carta firmada por Julio César el 19 de enero de 1997.
La realidad de hoy es totalmente diferente, la mirada de Julio Guerra produce tristeza y hasta lástima, la imagen que imparte desde la gobernación de Sucre -su peor decisión- es la de un  cadáver andante, derrumbándose cada día más, en pleno desierto, solo, quizás apoyado en un improvisado bastón, sin agua cercana y el sol inclemente a sus espaldas.
La indolencia de quienes lo rodean no se explica si es por inexperiencia, soberbia o maldad, o tal vez la mezcla de ellos termina derritiendo la piel de quien otrora era fuerte.  En medio de todo, Sucre sigue impávido con su 92% de la población viviendo en la pobreza o indigencia, casi que igual o peor  a la que vive el gobernador Guerra porque su pobreza no es de dinero, es más grave.
¿Dónde quedó el gobierno de la moral, como lo designó Julio Guerra? Un gobierno que se inauguró con el contrato de los libros de los tres editores suscrito el 8 de marzo de 2012 por un valor de $1.535.980.000 que hoy lo tiene en apuros ante la Procuraduría General de la Nación al parecer por múltiples irregularidades; pero Sucre sigue igual, el 9% de los propietarios posee el 60% de las tierras. Una cabeza de ganado ocupa más de una hectárea y el analfabetismo triplica el promedio nacional.
Dentro de todo lo que ha pasado en la Gobernación de Sucre, cuyos pormenores al parecer conocen su sobrino David Elías, su empleado Rildo y la primera dama, María Victoria Sotto, sin dejar de lado a su amiga y secretaria privada, Gina Harb, y el inmutable secretario de salud, Jorge Madera, estalla el escándalo del chance, que no sé en qué momento se convirtió en escándalo, porque se dice era de público conocimiento al parecer su compromiso con Aposucre, empresa que ha venido ejerciendo esa venta por muchos años y si vamos a la conclusión Julio Guerra,  a sus espaldas o no - frase que le es familiar desde la época de Samper- de ser así les cumplió. La ambición es la que verdaderamente tiene hoy a Julio en el desierto antes descrito,  su soledad y fracaso se basa en lo pésimo que se ha hecho acompañar de  equipo ambiciosamente atropellador, además de jugar en el extratiempo de su vida
El gobierno actual es diferente al del siglo pasado, los entes de control existen,  actúan y Julio Guerra ha querido gobernar con el esquema arcaico que creerá vigente. Sus “soportes” en vez de advertirle los intríngulis de la administración pública, hacen de las suyas con la esperanza del efecto teflón mal entendido.
La administración de Julio es de vergüenza. Si nada de esto es cierto, entonces estaremos hablando de otro Julio y de ser así, como le respondió Enrique Santos en 1997  “al que le caiga el guante, que se lo chante”.
Coletilla. ¡Anda un bayo merodeando Comfasucre…;!
gusmonfe@hotmail.com
Médico y analista político

 

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