Columna


Genios al alcance de tu mano

HENRY VERGARA SAGBINI

11 de septiembre de 2017 12:00 AM

Salomón Montiel Abisambra, curtido profesor de la facultad de Medicina de la más afamada universidad pública del país, recordaría por siempre aquella tarde cuando recibió a los alumnos primíparos en el paraninfo del Alma Máter.

El doctor Montiel les daba la bienvenida  leyendo  reflexiones profundas sobre la vida, la muerte, la enfermedad y la responsabilidad integral de los discípulos de Galeno, con la ilusión de que sus palabras germinaran en el alma y en la mente de aquellos pichones de médicos.  

El maestro  continuaba  el ritual solicitándole a cada uno que se pusieran de pie y, rápidamente, dijeran su nombre, lugar de procedencia, el colegio donde graduaron y… su personaje inolvidable. Y así lo hicieron, menos José del Cristo Ariza San Martín, quien permanecía en silencio, mirando fijamente sus zapatos. El profesor Montiel se percató del hecho e instó a aquel joven delgado, pálido, humildemente trajeado, a cumplir lo convenido. José del Cristo se irguió y, con voz profunda  habló a sus compañeros: “Vengo de un caserío muy cerca de Lorica y  fui educado en colegios públicos. Soy el mayor de siete hermanos,  bien criados  por mi madre y mi abuelo materno. Mi padre nos abandonó, huyéndole  a las responsabilidades”. Y se sentó en silencio. El profesor, visiblemente conmovido le preguntó: “Y, ¿quién es tu personaje favorito, tu genio? Ese que te gustaría imitar” Sus condiscípulos  mencionaron  a García Márquez,  Patarroyo, al papa,  Shakira, al “Pibe” Valderrama. Se hizo un largo silencio y finalmente aquel muchacho pronunció una frase que, al principio, originó  burlas en la concurrencia: “Mi personaje  inolvidable es mi abuelo.

Mientras estuve enfermo o con hambre jamás vi a mi lado a Shakira, a García Márquez, al  Pibe o a Patarroyo. Ahí estaba  mi abuelo, quien se saca el pan de la boca para dárselo a sus nietos. Él y mi madre gozaron con mis triunfos y prestaban sus hombros para llorar en la derrota. Y sépanlo, seré el primero en llegar y el último en salir del hospital porque, para que yo pueda venirme en bus desde el hospedaje, mi abuelo sale a pie  todas las mañanas, una hora antes, camino al mercado de Lorica”.

José del Cristo, desde ese mismo instante, se convirtió en el líder del grupo y se graduó con honores, recibiendo beca de una prestigiosa universidad de Inglaterra. En Londres ubicó a su familia y una mañana de invierno cerró para siempre, con sus propias  manos, los ojos de su abuelo, quien se alejó sonriente  más allá del sol.

HENRY VERGARA SAGBINI
hvsagbini_26@yahoo.es

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