Finalizó ayer el banquete de arte dado a Cartagena y que Cartagena ofreció a sus visitantes y locales.
Merece un reconocimiento la organización. Combinar arte y una eficiente administración es un acierto. Hubo obras en diversos lugares de la ciudad, la información siempre estuvo a la mano y en puntos estratégicos. Resalto el buen desempeño y compromiso de los guías en cada lugar. Fueron ofrecidas también visitas guiadas con mucho profesionalismo. Cuando las cosas se hacen bien hay que reconocerlas.
¿Y el contenido de las obras de arte en sí? Las obras nos pueden gustar o no. Son, entre otras cosas, propuestas, modos de ver la vida misma. Hay piezas logradas magistralmente, otras medianamente y claro está, hubo las que no inciden. En el mejor de los casos se comunican el artista y el espectador. Se suscitan reacciones y todo conmueve nuestra rutina, nuestra cotidianidad, y se sacuden un poco los pensamientos que damos por ciertos, y nos ofrecen otras formas de ver.
Es cultura, es civismo, que una ciudad propicie momentos de esparcimiento, de reflexión, que nos saquen por instantes de nuestros compromisos y poder desprendernos un poco de la realidad, volar aunque parezca inútil y regresar a la rutina, sin duda, cambiados, modificados…ojalá en algo. Aceptar la invitación implica una apertura, buena para la posibilidad de ver las cosas de otra manera, con otros colores, formas y matices.
El proceso creativo de los artistas es explicado por un concepto psicoanalítico llamado la sublimación, planteada como el medio de transformar y de elevar la energía de algunas fuerzas internas, convirtiéndolas en fuerza positiva y creadora. También se la puede concebir a la inversa, como el medio para atemperar y atenuar la excesiva intensidad de dichas fuerzas. En ambos casos hablamos de transformación, de cambios que en forma estética envían un mensaje a la sociedad. A mi gusto, mensajes bienvenidos que en forma pacífica plantean un diálogo, una interrogación, una invitación a la contemplación.
En este “Corralito” en donde tantos entran y salen, montar una Bienal de tal magnitud pone en juego al arte, por supuesto, a la interrelación de sus actores, artistas, administradores, estudiantes, visitantes, críticos, artesanos, etc., pero sobre todo pone en juego la tolerancia, el intercambio, elementos que -llegado el caso- pueden aportar mucho alejándonos de la tendencia a la endogamia. Lo conocido suele enriquecerse con lo desconocido. La mezcla y variedad de las capacidades plásticas que nos visitaron nos abren la puerta a lo diferente, invitación que muchos aceptaron y que para otros será posible dentro de dos años.
*Psicoanalista
**Rotaremos este espacio para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.
COLUMNA MÓVIL
karinag1@yahoo.com
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