Columna


Guerra y paz

CARMELO DUEÑAS CASTELL

30 de septiembre de 2015 12:00 AM

En 1864, luego de caer de un caballo y fracturarse un brazo, León Tolstoi aprovechó la convalecencia para escribir su obra maestra. Paz y mundo son palabras homónimas en ruso y aunque algunos supusieron que el título era Guerra y mundo, Tolstoi lo tituló Guerra y paz. Publicada en los siguientes 5 años, es uno de los cien libros más vendidos. En él, el genio ruso describe la vida de cuatro familias en la primera mitad del siglo XIX. Dibuja, con impresionante y minuciosa exquisitez, las intimidades de esas familias, su relación con Napoleón, el impacto en ellos de la guerra entre Rusia y Francia así como sus vidas durante la paz.

Rousseau decía que “el hombre es bueno y la sociedad lo corrompe”. Santiago Gamboa, autor del libro “La guerra y la paz” (2014) afirma que el hombre, como el niño, es violento por naturaleza y la sociedad lo educa, intentando convertirlo en alguien mejor. En su grandioso ensayo, Gamboa afirma que la paz es, siempre, un período de tiempo entre dos guerras. No existe un solo país cuyo nacimiento, creación o subsistencia no haya dependido de una guerra. La guerra, dice, es violencia, intolerancia y todo el que vive una guerra, si sobrevive, es un herido de guerra, nadie sale ileso.

Clausewitz decía que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Para Gamboa la guerra es primero y la política sería la continuar la guerra por otros medios y agrega que es más fácil hacer la guerra puesto que en ella se ejerce la violencia contra el enemigo. Al intentar construir la paz no hay más remedio que ejercer la violencia contra uno mismo.

Como toda negociación, implica sacrificio aceptar a otro que ha hecho cosas en contra nuestra y/o con las cuales no estamos de acuerdo. No puede haber mayor acto de violencia contra uno mismo que reconocer como par y darle la mano o dialogar con quien ha maltratado, lesionado o asesinado a los míos. Pero, en esa negociación estamos ganando, protegemos el futuro, el nuestro, el de todos. Un futuro que no será eterno. La paz durará hasta cuando aparezcan nuevas controversias que no se previeron en el momento en que se negoció. Entonces volverá el conflicto. Así pasó en África, Guatemala y en Salvador.

Los procesos de paz pretenden invitar a la guerrilla, o al opuesto, a hacer la guerra sin las armas, a confrontar al enemigo con las ideas, a combatir con argumentos, a sentarse a la mesa y pedir la palabra antes de pelear, a aceptar el resultado de las mayorías. A ganar y perder en debates, sin muertos ni heridos.

Profesor Universidad de Cartagena
crdc2001@gmail.com

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