Columna


¿Hay cama pa’ tanta gente?

ÓSCAR COLLAZOS

12 de enero de 2013 12:00 AM

ÓSCAR COLLAZOS

12 de enero de 2013 12:00 AM

Aquí se está dando una situación contradictoria: el sector turístico celebra el incremento de la demanda en proporciones eufóricas, pero la ciudad, ese escenario donde actúa el turismo, está en cada nueva temporada a punto de colapsar. Y no es que no haya cama pa’ tanta gente sino que la ciudad no está preparada para que toda esa gente tenga una aceptable calidad de vida en la “cama.”
En Cartagena se ha pensado más en el crecimiento de los negocios que en la eficiencia de los gobiernos; se han globalizado todos los renglones de la industria turística e inmobiliaria pero el modelo político y de gobierno local sigue siendo premoderno, clientelista y corrupto.
Los nombramientos en cargos de responsabilidad pública recaen más en manos de amigos de los políticos (congresistas o concejales) y empresarios contratistas que en las de honrados profesionales de cada sector. La seguridad, la planeación, la salud, la movilidad, por ejemplo, las dirigen muchas veces personas que necesitan un puesto, sin que la ciudad los necesite a ellos en el cargo.
Sería indignante pensar que lo que conviene a los prósperos empresarios del turismo y la construcción es una administración deficiente, improvisada, politiquera, retrasada y corrupta y no un gobierno exigente, capaz de estimular los buenos negocios pero también de desaprobar aquellos que le causan daños irreparables a la ciudad.
Por la manera como algunos de esos empresarios han financiado y apoyado campañas de candidatos a la alcaldía que sumieron a la ciudad en la corrupción y el caos, se diría que esa es, para muchos, la conducta aconsejable: dejemos que las cosas vayan de la peor manera en la política para que a nosotros nos vaya de la mejor manera posible en los negocios.
El impacto del desajuste entre prosperidad en los negocios y caos en la ciudad se vuelve más grande en lo social: durante las temporadas más exitosas, los cartageneros de nacimiento o adopción no sólo padecemos la multiplicación del caos; nos desplazamos de nuestro hábitat en una ciudad a punto de colapsar.
No creo que aquí quepa la fácil queja de la “invasión de cachacos”. El interior vive igual o más grande "invasión de costeños." Como ciudad turística y patrimonio construido por la Historia y la naturaleza, Cartagena estará expuesta a estas crisis de éxito, pero si no se atiende al modelo de gestión pública, si no se pone freno a la segregación de la ciudad pobre por la ciudad rica, el caos tendrá en breve tiempo consecuencias catastróficas.
Siempre se podrá imaginar el inmediato futuro con las realidades del presente. Y el presente que padecemos no es el más esperanzador, ni siquiera en la política que decide quién gobernará Cartagena. La mediocre gobernabilidad de ahora, pegada con las babas de lo provisional, hace temer un inmediato futuro lleno de nuevas frustraciones.
Nada puede satisfacer más a un ciudadano que la prosperidad de la ciudad o el país donde vive, pero nada puede frustrarlo e indignarlo más que el alto precio social que se paga por esa prosperidad: que los negocios vayan muy bien cuando a la sociedad le va muy mal.

*Escritor

collazos_oscar@yahoo.es

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS