Columna


Hechos insólitos

DARÍO MORÓN DÍAZ

03 de septiembre de 2016 12:00 AM

En México y Brasil ocurrieron dos episodios insólitos, sin embargo, no son equiparables en sus intrínsecas repercusiones políticas. En México el presidente Enrique Peña Nieto invitó a su país al candidato republicano Donald Trump; tal hecho produjo la reacción de los mexicanos contra el presidente al que le endilgan toda clase de calificativos.

Enrique Peña Nieto tiene una bien ganada fama como autor de desaciertos monumentales. De esa guisa, Carlos Fuentes en una entrevista el año 2012, lo reprobó debido a que lo confundió con el escritor Enrique Krause y glosó que el entonces candidato debía únicamente decir que había leído la Constitución política de su país y no atribuirse lecturas que no conocía.

Los mexicanos están impresionados por esa inoportuna invitación, que es calificada sin precedentes en una nación con un conocido historial de orgulloso nacionalismo.

Donald Trump a lo largo de su campaña presidencial agravió a los ciudadanos de ese país, que cruzan las fronteras en la búsqueda de trabajo y lo realizan, como mano de obra barata. Trump es un candidato carente de cultura y tacto; amén de tener como proyecto prioritario construir un muro en la frontera entre los dos países y así impedir la migración de los mexicanos. De contera promete deportarlos, así como a los extranjeros de origen latinoamericano e inclusive los de otras naciones con un criterio xenofóbico y racista. El Senado de la nación azteca criticó en forma acerba al presidente Peña Nieto y para resarcir el honor de México declararon “Persona no grata” a Trump.

Paralelamente en Brasil, en otro episodio insólito, la presidenta Dilma Rousseff fue destituida por decisión del Senado que votó contra su permanencia como primera mandataria. Dilma Rousseff ganó las elecciones presidenciales de 2011 con más de cincuenta y cuatro millones de votos. La destitución de Rousseff fue producto de una estrategia bien manejada por la derecha de ese país en contubernio con parlamentarios corruptos investigados por la justicia brasileña. Fue un Golpe de estado de la conocida modalidad de “Golpes blandos” de Gene Sharp, un norteamericano, fundador del Instituto Albert Einstein, una sociedad que impulsa la estrategia de los “Golpes blandos” en la era moderna, el nuevo instrumento de combate de la derecha.
Son golpes de estado sin los militares en pos del poder, pero sí con una camarilla de élites financieras corruptas, que en el caso de Brasil les interesa reversar las políticas sociales que implementó Dilma Rousseff. La presidenta Dilma es más técnica que política y pecó de ingenua al escoger como fórmula a la Vicepresidencia a un senador corrupto como Michel Temer, que sin escrúpulos maquinó la traición desde la “vicepresidencia” para quedarse con el poder ejecutivo.

*Exdirector de El Universal. Académico de Medicina e Historia.

dmorond@gmail.com

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