Columna


Homenaje y la paz

DARÍO MORÓN DÍAZ

02 de septiembre de 2017 12:00 AM

El Instituto del Pensamiento Liberal que dirige el abogado constitucionalista Héctor Riveros Serrato vino a Cartagena a homenajear al dirigente liberal Argemiro Bermúdez Villadiego, que falleció este año en Cartagena. En el Club de Profesionales, ante una concurrida asistencia, Riveros Serrato destacó la trayectoria liberal de Bermúdez Villadiego. Un dirigente comprometido con su Partido Liberal, que no cayó en las desviaciones que llevaron a algunos a desertar de la ideología. Argemiro Bermúdez creo en los últimos decenios un movimiento de restauración liberal encaminado a mantener el compromiso con las ideas de Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliécer Gaitán, amén de la defensa de los nuevos horizontes generados por la Constitución de 1991, la del Estado Social de Derecho y la vigencia de los derechos fundamentales. En la Resolución del Instituto se destacaron los aportes del dirigente liberal.

Al homenaje asistió el promotor y defensor del proceso de paz, Humberto de la Calle Lombana, que mostró su complacencia por el reconocimiento al líder liberal. En su intervención señaló el compromiso liberal de defender la paz conquistada después de más de cincuenta años de violencia fratricida entre colombianos. Insistió que el compromiso en el postconflicto debe ser el de mantener un clima de convivencia con el triunfo en las próximas elecciones de una coalición que llegue a gobernar para garantizar la defensa de la democracia, el estado social de derecho, así como promover la equidad contra la desigualdad: “en Colombia debemos incluir y respetar a todos. Nadie debe ser perseguido por su orientación sexual. La guerra ha victimizado de manera diferenciada a la mujer. Han sido víctimas como madres, hijas y esposas”.

Ese es un mal crónico en Colombia que otros movimientos políticos quieren ignorar. Insistió en extender el estado de bienestar para los colombianos. Suscitar la vigencia del diálogo civilizado y no permitir regresar a las épocas negras de la violencia en las zonas rurales de las fuerzas oscuras del paramilitarismo y el narcotráfico.

En el postconflicto no se debe olvidar que la violencia de cincuenta años permitió de otro lado que la corrupción se mimetizara en todos los estratos, comprometiendo inclusive el deterioro de la justicia. Hoy, que no hay conflicto ese fenómeno de la corrupción es más evidente. Es necesario ante esa secuencia nefasta hacer un alto.

Solamente con un verdadero estadista con el conocimiento de la estructura de Colombia se puede lograr. “En un país donde quepamos todos”. De lo contrario seguiremos en el mismo desorden institucional que vive hoy el país.

*Exdirector de El Universal. Académico de Medicina e Historia.

dmorond@gmail.com

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