No importa si somos católicos, cristianos o de cualquier religión, vivimos en un mundo de libre pensamiento y eso es valedero, aunque a veces las voces sean acalladas por aquellos a quienes no les conviene que sean evidenciados en sus actos chuecos o torcidos.
Lo único cierto es que la Iglesia nos ha dado una lección de compromiso y agilidad. El papa saliente Benedicto XVI lo pensó muy bien y sintió que a sus años, con tanto lío y enredo en la Iglesia Católica la solución más viable era renunciar, lo hizo de manera consciente, responsable e inteligente, porque ciertamente a él lo que más le interesa es la estabilidad de la institución ya que corrupción, pedofilia e intereses creados existen en todos los poderes o personas que gobiernan y nos gobiernan de cualquier manera. Con su corazón cansado en un largo camino de días y años acumulados, pero con una mente lúcida se la jugó hábilmente.
Después el nombramiento de su sucesor ha sido casi inmediato, porque ninguna organización puede quedar de mano en mano, de timonel en timonel, a la deriva para ver quién la salva o la dirige. Razón por la cual “Habemus Papa”, “fumatta” que arrojó de su boca humo blanco en menos de lo que canta un gallo, porque las treguas no dan esperas y la cabeza es la cabeza, con la aguerrida intención de atraer cada vez más a los católicos, reforzar las creencias y que los dineros de la Institución no agarren otros rumbos.
Humo blanco para Cartagena, eso queremos todos o por lo menos los ciudadanos que no tenemos intereses políticos, ni queremos sillas ni adueñarnos de la vida de otros, ni de los dineros, ni de la ciudad.
Humo blanco para que el rumbo de la infraestructura, de la gente, de las posibilidades de auge, no sucumba como está pasando en este momento.
¿Qué más debemos esperar? ¿Por qué el presidente Juan Manuel Santos, quien viene a visitarnos con frecuencia, no mira con objetividad que Cartagena es un paraíso para el desarrollo, que Cartagena o se salva o se termina de hundir?
Todos somos responsables, de ahí que la corresponsabilidad es deber de los que tienen poder y mando y aquí no se ve nada de eso.
He insistido sobre lo mismo en mis columnas porque es urgente, necesario y útil definir de una vez por todas las situaciones de la ciudad, las mejoras urgentes, las innumerables inversiones preponderantes. Han transcurrido muchas semanas, meses y aún no hay nada claro. Todo consiste en llegar hasta el justo término y después, dar a luz. Cartagena tiene que crecer como lo hace el árbol para que en la primavera dé sus frutos.
Ya hemos tenido demasiada paciencia y estamos fatigados, doloridos, esperando el aguacero para que haya abundancia de progreso y reverdezca de la sequía. Estamos desorientados por la multiplicidad de nombres que han pasado por la alcaldía y por la complejidad de los casos.
*Escritora
licorcione@gmail.com
NOTICIAS RECOMENDADAS
Comentarios ()