Columna


Ideologías del odio

MAURICIO CABRERA GALVIS

14 de agosto de 2016 12:00 AM

Con la excusa de protestar contra la ideología de género salieron del clóset con furia y con pasión las ideologías del odio, alimentadas de falsos principios religiosos y lecturas sesgadas de la Biblia, aprovechadas por políticos oportunistas que en ese río revuelto buscan adeptos para oponerse a la paz.

“Ambientes escolares libres de discriminación” es el título de la cartilla preparada por expertos cuya divulgación desató la ira santa y cabe preguntarse el por qué de la reacción agresiva e intolerante contra un intento de educar para respetar la diversidad y la tolerancia, y evitar el matoneo y hostigamiento que pueden llevar a tragedias como el suicidio del joven Sergio Urrego, discriminado en su colegio por su orientación sexual.

Por desgracia parecería que la humanidad tiene una tendencia atávica, casi una necesidad, de discriminar y establecer barreras entre nosotros (los buenos, los superiores, los correctos) y ellos (los malos, los equivocados, los inferiores). Hoy en Colombia las baterías se enfilan contra los homosexuales -y con más rabia porque una valiente Ministra osó reconocer que ella lo es-, pero antes han sido muchos los grupos sociales víctimas del acoso y la persecución.

La llamada “ideología de género” no surgió como una defensa de la comunidad LGTBI sino que fue una bandera del movimiento feminista en su lucha por la igualdad de derechos para las mujeres en las sociedades machistas que las trataban como ciudadanos de segunda categoría. Después el concepto se extendió a los otros géneros, aún discriminados y hostigados.

La historia está plagada de ejemplos de ese espíritu intolerante. En la España de la Inquisición eran los judíos y los moros que por creer en otros dioses fueron expropiados sus bienes, expulsados o quemados en la hoguera, todo con la bendición de la Iglesia. El “nosotros” de Hitler no era religioso sino racial y solo incluía a los blancos arios; a las razas inferiores las despreciaba y decidió exterminarlas, asesinando a 6 millones.

En Estados Unidos la revolución de la Independencia se hizo sobre el sacrosanto principio de que “todos los hombres son creados iguales”, pero se demoraron 150 años en aceptar que el concepto de “hombres” debía incluir a las mujeres, y más de dos siglos para reconocer que los negros también eran iguales. Ya en el siglo XXI avanzaron en la defensa de los derechos de los homosexuales aunque también allá hay procuradores y políticos homofóbicos.

Grande es el esfuerzo que debe hacerse para superar esa tendencia discriminatoria y construir una sociedad donde impere el respeto por el otro, la tolerancia, aceptar las diferencias, y valorar la diversidad.

 

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