Columna


Imprevisibilidad: los 100 días de Trump

RICARDO TROTTI

29 de abril de 2017 12:00 AM

La imprevisibilidad fue la mayor característica de Donald Trump en estos 100 días. Debido a ella, este tradicional período de gracia que se les da a los presidentes para que definan el rumbo, tuvo más de traumático divorcio que de luna de miel.

Los 110 días no fueron tan buenos como él los pintaba, ni tan malos como auguraban sus adversarios. Hubo muchos desarreglos, imprecisiones, improvisaciones, pero lo importante es que su estilo volátil y visceral original, se trasmutó a una forma menos explosiva. Su imprevisibilidad, algo que él recalca como su mejor cualidad, es para la opinión pública su vicio más pronunciado.

Su improvisación y cambios constantes de rumbo ya no generan las protestas masivas de las primeras semanas, aunque la última encuesta del Washington Post / ABC News, demuestra su alta impopularidad. Pero también remarca que su base de votantes le sigue siendo fiel y lo votarían de nuevo. La mayoría simpatiza con sus presiones a las compañías estadounidenses para que creen trabajo en casa.

La moderación de su arrogancia inicial no fue casual. El Congreso, aunque propio, y la Justicia, le han maniatado varias iniciativas, entre ellas un nuevo plan de salud en reemplazo del Obamacare y su política inmigratoria anti musulmanes.

En el ámbito internacional, ese que desdeñó desde la campaña electoral a favor de “America First”, fue inesperadamente donde cosechó mayores elogios. Sorprendió con misiles, bombas y una retórica amenazante para arbitrar conflictos.

Trump ni avisó para destruir una base aérea de Siria en represalia por las armas químicas usadas contra la población civil. Ordenó tirar la “madre de todas bombas” contra túneles terroristas en Afganistán, mandó un portaviones a las costas de Corea del Norte, creó un escudo antimisiles con Corea del Sur y presionó a China para que interceda ante las amenazas nucleares de Kim Jong-un.

En América Latina dictó sanciones económicas contra el gobierno de Nicolás Maduro, dejó de lado su amenaza de que eliminará el tratado de libre comercio con México y Canadá, aunque exige tarifas y aranceles recíprocos.

En vísperas de los 100 días que se cumplen hoy sábado, y aunque calificó al período de “límite artificial”, Trump tiró toda la carne al asador.

Anunció su reforma impositiva. Rebajará del 35 al 15% los impuestos a las empresas y ofrecerá más exenciones tributarias a la clase trabajadora.

Su gran desafío para proseguir el viaje, es recuperar la credibilidad y minimizar la polarización. No será suficiente con solo mejorar la economía.

Deberá tener actitudes y acciones menos improvisadas, apartar los conflictos de interés que le provocan los negocios familiares, reencontrar una prédica a favor de las evidencias sobre el cambio climático y no denigrar sin ton ni son a cualquier inmigrante.

MENSAJES Y SOCIEDAD

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