Llama la atención como hay personas acostumbradas a quejarse por cada cosa que ocurre en Cartagena, buena o mala, con justa causa o sin ella; se quejan cuando llueve y cuando sale el sol, cuando hace frío y cuando hace calor.
Hoy se encuentra en la mira de los “quejosos” el tan necesario proyecto de rehabilitación de la malla vial de Cartagena en los barrios de Bocagrande, Castillogrande y El Laguito, olvidados por más de 25 años, y que hoy gozan de una alta inversión por parte de la administración distrital de más de $1.530 millones de pesos destinados a mejorar sus vías, además de más de $7.000 millones para el paseo peatonal del sector.
Pero no tardaron en aparecer los “quejosos”, señalando el gran problema de movilidad que se experimenta en BOCALA sabiendo que este obedece a la obvia razón de las obras inherentes al proyecto en ejecución.
Esto es canibalismo social, vivir mientras consumes a otros con críticas destructivas, tristemente así somos en Cartagena, que como alguien dijo: “la gente se muere más de envidia que de enfermedades letales”.
Es natural que después de 25 años de esperar una inversión en la malla vial de BOCALA se sienta algo de trauma cuando finalmente se hace; debemos ser pacientes. La congestión se da en Cartagena por no haber planificado y habilitado en muchos años su malla vial que en esta administración, “Ahora Sí”, se está mejorando; esto sumado al incremento del parque automotor que se ha triplicado en los últimos 10 años, y sigue creciendo.
Parece que tantos años de incumplimientos por pasadas administraciones generaron una cultura de “quejosos” que hoy no logran ver más allá del pesimismo ante cualquier ejecución que se obre en Cartagena. Aun cuando la administración del Alcalde Vélez Trujillo le ha apostado a un proyecto de ciudad con inversiones millonarias en todas las áreas, con tan solo un poco más de dos años de mandato, interviniendo más de doscientos ocho barrios y pavimentado más de trescientas veinte calles, se le han venido lanza en ristre cuestionando la deficiente movilidad.
Las incomodidades pasan, las obras quedan, dice la Administración. Cartagena hoy carece del recurso más importante: fe. Fe en que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos sean mejores que nosotros. Fe en soñar con la mejor ciudad del Caribe y construirla todos de la mano. Fe en nosotros como cartageneros, porque recuerden que solos vamos más rápido, pero unidos siempre llegamos más lejos.
jaime.hernandez.amin@gmail.com
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