Columna


Inquilinos muy opacos

RICARDO TROTTI

17 de septiembre de 2016 12:00 AM

Barack Obama y sus antecesores en la Casa Blanca no se han mostrado muy transparentes. Y a juzgar por la opacidad de los dos contendientes que desean habitarla, la tendencia a la oscuridad parece extenderse hacia el futuro.

La falta de transparencia parece regla más que excepción en la carrera presidencial. Esta semana el tema explotó cuando Hillary Clinton, acalorada y deshidratada, trastabilló al subir a una camioneta en plena campaña. No interesó tanto el incidente, como que haya ocultado la neumonía y sus antecedentes médicos que, por lo visto, acusan otras caídas y contusiones en meses recientes.

La opacidad de la candidata, que se vio obligada a revelar su estado clínico, sobrepasa su estado de salud. Se le critica que haya ocultado información sobre más de 60 mil correos oficiales que despachó por su cuenta privada y que no ofrezca conferencias de prensa por temor a confrontar a los periodistas.

Por suerte para ella, Donald Trump tampoco es transparente. Se le reprocha no dar a conocer su declaración de impuestos, mentir sobre donaciones y por sobornar a un fiscal para que no investigue en su universidad.

En materia de transparencia el presidente Obama ha sido un fiasco. Prometió mucho al inicio de su mandato, pero casi a su término, es lo que más se le critica. Esta semana, la Sociedad Interamericana de Prensa, junto a 40 instituciones estadounidenses, le escribió reprochándole que su gobierno clasifica demasiada información, retrasa de manera excesiva las solicitudes de entrevistas y que las agencias federales discriminan a reporteros críticos.

Esto, claro, parecen minucias a la hora de las escuchas telefónicas que el gobierno ordenó en contra de la agencia de noticias AP y del espionaje indiscriminado contra ciudadanos en las redes sociales e internet.

La Casa Blanca no es una aguja en el pajar. La falta de transparencia es un mal extendido.

La divulgación de los Panama Papers que mostró como muchos creaban empresas offshore para evadir impuestos en sus países de origen, obligó a algunos poderosos a dimitir, como el primer ministro de Islandia. Otros, como el presidente Mauricio Macri, todavía están tratando de aclarar ante los fiscales que su participación en empresas ofshore fue inducida por su padre.

Macri, de todos modos, logró esta semana lo que el anterior no hizo en los 12 años anteriores. A su iniciativa, el Congreso aprobó la Ley de Acceso a la Información Pública, la que obligará al gobierno y al Estado a ser más transparentes.

Sin embargo, hay que entender que las leyes por sí solas no crean automáticamente mayor transparencia, sino que todo depende del ejercicio que se haga de ellas.

En EEUU, pese a tener en vigencia esta legislación desde 1966 -muchos países latinoamericanos la adoptaron en la última década- Hillary y Trump demuestran que la transparencia es una lucha de todos los días.
MENSAJES Y SOCIEDAD
RICARDO TROTTI
trottiart@gmail.com
 

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