Columna


Jhorland, la respuesta está en ti

JORGE RUMIÉ

09 de junio de 2017 12:00 AM

Citaba hace poco un estudio muy interesante de Jhorland Ayala y Adolfo Meisel, titulado: “La exclusión en los tiempos del auge: el caso de Cartagena”; el cual hacía un análisis comparativo de crecimiento económico y pobreza entre las principales ciudades colombianas. Pero mi sorpresa fue grande cuando descubrí hace poco la bellísima historia de superación de Jhorland (además de su juventud), publicado en El Universal de mayo 28/17, bajo el título: “El reciclador que desafió la pobreza”.

Para aquellos que no pudieron leerlo, les resumiré diciendo que Ayala nació y se crió en el barrio de Villa Rosa, en Cartagena, cerca del basurero de Arroz Barato. Y como muchas familias humildes de la ciudad, su vida transcurrió entre el hambre, el colegio público y la necesidad de trabajar en las tardes para apoyar a su padre en sus labores de reciclador. Sin embargo, Jhorland tenía sus sueños y lo más importante: se esforzaba en alcanzarlos. Como era un excelente estudiante, aplicó para una beca en la UTB para estudiar economía, y se la ganó. Luego entró a trabajar en la sede local del Banco de la República y se ganó otra beca para hacer una maestría en los Andes. Regresa a Cartagena, sigue trabajando para el banco y ahora lo envían a hacer un doctorado en economía en EEUU.

Como lo manifiesta El Universal, Jhorland tiene la ilusión como economista de regresar a Cartagena para ayudarla a resolver sus problemas de pobreza. Él dice: “Me sentiré feliz toda la vida” con hacerlo.

Desde la humilde esquina de mi columna quiero decirle a Jhorland que muchas de las respuestas para superar la pobreza están en él. Lo he visto en muchos casos. No importa lo bajo que vengas, ni el credo o color de piel que tengas; cuando hay determinación, disciplina y verraquera, los sueños se logran, como en su caso. La actitud correcta mueve montañas. Mientras tanto, otros son pasivos, resignados o negativos, y les encanta buscar excusas para cada dificultad. Hay personas como Jhorland, que no se rinden y jamás delegan su destino.

Por eso digo que en los colegios de la ciudad, además de la educación tradicional que todos recibimos en matemáticas, humanidades y otros temas, toca llevar a gente como Jhorland para que cuente su historia y nos inspire. Para que todos entiendan, incluyendo los mismos profesores, que cualquiera puede salir adelante mientras tenga la determinación de hacerlo. No hay duda que uno de los mayores problemas de la pobreza es la pobreza mental y Jhorland nos demostró que a punta de actitud y optimismo se sale de ella.

jorgerumie@gmail.com

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