Columna


La adivinanza

LIDIA CORCIONE CRESCINI

13 de mayo de 2014 12:02 AM

“Ajá quién me adivina, este trabalengua, clarito lo digo, ajá quién me adivina… rupúripigapa, ripírepeyopo…”. Con tantas frases de los candidatos entre sí podría escribir un libro: La torre de Babel, o el título de la canción la adivinanza. Todo está agitado en Colombia, a pocos días de las elecciones los medios de comunicación nos bombardean con toda clase de noticias. En vez de limar asperezas, se agitan y en este ambiente electoral se vaticinan milagros, basta ver los titulares para saber que el país está sometido a muchos flagelos y lo peor, por personajes cada vez más conocidos. La “mermelada” se volvió un salpicón que nos embadurna y entre pugnas personales se dilataron las propuestas que el país quiere conocer en este desfile de cuasi patriotas, que con discursos viscerales quieren salvar la patria de sus mismas ineptitudes en el camino que recorren desde hace rato en cuestiones políticas.

El candidato presidente Santos, con la paloma de la paz en la mano, propone para el próximo período el cambio, augurando que esta vez el pan no se le quemará en la puerta del horno y afirma que los enemigos de la paz que quieren envenenar los diálogos de La Habana, “se quedarán colgados de la brocha”. Francisco Santos regresa formalmente al rebaño uribista, luego de un largo distanciamiento. Michín dijo a su mamá quiero volverme... y... en el acto morirá, un pichilín candidato le dijo al otro candidato..., quiero volverme Tarzán, Superman, Aquaman, Batman, Ironman, (no se lo digas a nadie) eso es por la campaña...y después los colombianitos sucumbirán. En otra perla periodística: “A Santos no se le metió un elefante pero si una vaca, la vaca de los narcos”: Pastrana. Y entonces contesta Samper, que si Pastrana no se acuerda de los narcohipopótamos metidos en su campaña.

Escándalos de chuzadas, en este rifirrafe hubo espacio para otros candidatos y le abrieron un ojo de aguja a Clara López, apostándole a la paz con un cese al fuego. Martha Lucía aboga por erradicar la saga y lo que no queremos entender desde tiempos remotos: “la política es para pocos y depende de sus maquinarias”. Afinando ideas, la campaña de Zuluaga dice que se enredó, cuando lo acusan de chuzar y sabotear el proceso de paz. Peñalosa nos recuerda “La mermelada es un nombre muy bonito para la politiquería y la paz”. Y yo me pregunto qué tan benéfico es gobernar para que las pirañas salten y se devoren unas a otras. ¿Por quién votar en este hervidero político? Mantenernos informados es responsabilidad de todos en la búsqueda de las mejores perspectivas posibles, entonces, no coma cuento y piense bien antes de lanzarse del trapecio.

*Directora del PEN Cartagena

licorcione@gmail.com

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