Columna


La batalla de la educación

CRISTO GARCÍA TAPIA

10 de diciembre de 2015 12:00 AM

Esta la de la educación, que tiene que librar Sucre, es una batalla distinta de las del agua, la seguridad, la corrupción.
Hay que concebirla, pensarla y planearla, con suficiencia y audacia; imaginar estratégicamente los escenarios en los cuales hay que disponer los contingentes que den en combatir, con entrega y confianza en la victoria, al enemigo.

Un enemigo que históricamente crece, se agiganta, reduciendo cada vez más las potencialidades de desarrollo integral de Sucre; desbordando cualquier esfuerzo por remediar las carencias hostiles que sobre él pesan.

Y que tienen en la educación la plataforma básica para todo emprendimiento encaminado a reducir drásticamente los factores que perturban el despegue de Sucre, ora en el progreso y desarrollo como en su modernización y total deslinde de las precariedades que en suyo mellan.

Y no es un enemigo en silencio, agazapado, Gobernador electo Édgar Martínez Romero, ese que conspira y combate sin cuartel a Sucre en su flanco más sensible, la educación, en los niveles de básica y media, imprescindibles en la formación para escalar con proyección y resultados positivos estadios superiores.

Ese enemigo, señor gobernador, educadores, estudiantes, sociedad sucreña, se llama calidad, y está en constante avance, no da tregua; su crecimiento persistente en un corte quinquenal estudiado por este columnista, refleja el posicionamiento estructural que tiene ese enemigo de Sucre en el componente educativo.

Por tal, es por la calidad que debe darse la batalla decisiva de la educación en Sucre; es ahí donde tienen que desplegarse todas las estrategias y tácticas para mejorar efectivamente y en tiempo real los índices de calidad, hoy en vergonzante retroceso de la media nacional.

Esa batalla de la calidad de la educación pública en Sucre conlleva, en primer término, a que su comandante supremo sea el gobernador de Sucre, que conforme una línea de mando que esté a la altura de la batalla que va a pelear y en la que se destaquen visiones modernizantes de la educación, competencias gerenciales y un compromiso ético y de renovación de un modelo agotado en sus objetivos, metas y resultados.
Esta, reiteramos, no es una más de las batallas que tiene que librar Sucre. Esta, gobernador Martínez, es la batalla del pensamiento, de la inteligencia, muy diferente por tanto en estrategias, planeación y ejecución, a las de la corrupción, el agua, la seguridad, cuyos desenlaces son mas de tácticas que de estrategias, pero no menos decisivas para reconstruir a Sucre.

¡Adelante!

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