A pocas semanas de la temporada, es grato ver obras en el sector turístico.
La Calle del Arsenal, la Calle 70 de Crespo y la San Martín, en la salida de Bocagrande a la entrada de la Base Naval, además del túnel de Crespo. Es de suma importancia que una ciudad que en gran parte vive del turismo, busque siempre cómo estos se sientan cómodos, al mismo tiempo que se alivia la vida de sus habitantes. Sin embargo, preocupa que las obras no estén listas, precisamente para cuando vengan los turistas.
Es inexplicable lo que se demoran en entregarse las obras públicas en la ciudad. Tan solo arreglar la salida de Bocagrande, un pequeño trozo de calle, ya va para tres semanas (el inicio de la obra coincidió con el comienzo de la semana de Fiestas).
La Avenida del Arsenal, que es una sola calle, ya va para tres meses, y estaba programada para dos. ¿Por qué esta demora? ¿Por qué nunca se entrega una obra a tiempo? Y no me refiero a los ya kafkianos casos de Transcaribe y la vía Perimetral (esta última sin ningún plan para terminarla), sino a que cualquier obra, por pequeña que sea, jamás es entregada en los plazos estipulados, y a menudo la entrega es incompleta.
Al mismo tiempo, siguiendo con el sector turístico, aunque aplaudí en su momento el plan para renovar el paseo peatonal de Bocagrande, al ver que la obra que se hizo en la carrera 13 no ha contenido el ingreso de la bahía a la calle, me pregunto ¿cómo es que se piensa en la misma solución para todo? Si el modelo a pequeña escala no funcionó, ¿por qué habría de funcionar el grande?
Insisto en que el sector privado le saca una ventaja inmensa al sector público en Cartagena.
Tenemos hoteles cinco estrellas en capacidad de competir con cualquiera en el mundo; un puerto declarado el más eficiente de Latinoamérica; los edificios se construyen con una rapidez inversamente proporcional a la de las obras públicas; los colegios privados están muy distanciados de los públicos; y la salud, aunque en eso también el sector privado tiene muchas falencias, sobre todo en infraestructura, está a años luz de la pública.
Es una realidad que por lo general el sector privado tiene más recursos para ejecutar sus objetivos y está enfocado principalmente en la eficiencia, pero la brecha en la ciudad es exagerada, y viene de hace mucho tiempo. Y si eso fuese una excusa no habría ciudades como Medellín, donde las empresas públicas funcionan muy bien, o no se habrían presentado casos de éxito como el de Bogotá bajo las administraciones de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa, o el de Barranquilla bajo la de Alejandro Char.
Celebro las obras que hace la alcaldía, pero con la temporada a la vuelta de la esquina, creo que es hora de exigir su pronto cumplimiento.
pedrocaviedes@gmail.com
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