Contrario a lo que pasa en las películas donde al final los buenos se casan, son felices y comen perdices y los malos mueren o se van a la cárcel, en la vida real colombiana los chachos mueren, algunos malos (asesinos de inocentes campesinos que luego fueron presentados como guerrilleros dados de baja en combate) como el coronel Robinson González van al casino por cárcel en las guarniciones militares y ahí es cuando empieza lo bueno: salen y entran de sus sitios de reclusión como Pedro por su casa; son cuidados por soldados las 24 horas del día, los 365 días del año; pasean varios días en carros oficiales sin siquiera poner para la gasolina; cuadran negocios con altos oficiales y contratistas dentro y fuera del país; mordisquean contratos asignados a dedo; cortan grandes tajadas del pastel preparado por las unidades militares; tienen celulares para hacer todo esto y mucho más.
Contrario a las razones del Código Penitenciario para que miles de presos salgan de las cárceles al haber sido condenados a menos de 8 años, sin rebajas y sin antecedentes penales, propongo que a los Robinson González se les quite el beneficio de estar bien acompañados en sus islas no tan lejanas y se les castigue dándole la calle por cárcel como debe ser y pasa a los que no matan ni una mosca, cuya única arma que cargan es el miedo y viven en zozobra en la selva de cemento. Más vale un Robinson en la calle conocido que cientos por conocer volándose y delinquiendo desde las guarniciones.
Propongo que se les deje formalmente libres, libres de escoger, pagar con su propia plata un plan de celular ajustado a sus necesidades e incluso de reclamar a las empresas de telefonía móvil por las caídas de las llamadas, cosa que no pasa en los audios revelados. Para que como le pasa a la gente del común que no tiene soldados que le cuiden hasta los sueños, corran el riesgo de ser atracados y pagar llamadas cuando se les acaben los minutos de tanto llamar para cuadrar algún negocio. Para que no acaben con las unidades militares y sus presupuestos, no se coman todo (el que está en la calle, come calle), no muerdan a quienes les dan de comer, suden la gota gorda al licitar un contrato y escojan la flota cuando armen sus vacaciones ya no de tantos días porque tendrán que chambear para ganarse el pan con el sudor de la frente y no como hoy, con el sudor y las lágrimas de quienes pagan impuestos y ponen los muertos. Para que armen paseos de olla podrida, se enfermen, sufran para conseguir un buen servicio de salud y vivan el paseo de la muerte como le pasa a la gente que está en la olla.
Mientras haya una cárcel segura o una nueva Isla Gorgona para estos Robinson, propongo echarlos a la calle donde nadie está seguro, antes de que el Presidente diga que todo esto es puro cuento, una película, no existe.
*Lingüista, Literato y Comunicador para el Desarrollo
puntos_de_encuentro@hotmail.com
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