Desde hace mucho tiempo se ha venido hablando del tema del turismo como fuente importante de recursos económicos para el desarrollo de Colombia en general y de Cartagena en particular porque sin lugar a dudas es la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad y la que tiene las murallas, el Castillo de San Felipe, las antiguas iglesias y conventos de Santo Domingo, San Pedro Claver, la Catedral, Santo Toribio en el casco viejo del Centro Histórico, la Trinidad y la Tercera Orden en Getsemaní, todas de una antigüedad cercana a los 400 años, aparte de las bellas casas con balcones coloniales que dejan impresionados a los visitantes nacionales, internacionales transitorios que vienen fugazmente en los cruceros que finalmente volvieron a Cartagena por la política de Seguridad Democrática que implementó el presidente Álvaro Uribe.
Los turistas y los cartageneros se fascinan con la belleza de la ciudad antigua. Obvio que los visitantes solo conocen la cara amable de la ciudad, pero toca hacerse la pregunta ¿está la ciudad realmente preparada para recibir a los miles de turistas internacionales a los cuales aspiramos nos visiten?
Aparte de los problemas de la grave injusticia social que soportamos con un 70% de la población que vive en condiciones de pobreza, y dentro de ese porcentaje un 30% vive en la miseria, me atrevo a afirmar que esta ciudad no está todavía preparada para recibir a los miles de visitantes nacionales y extranjeros. La ciudad tiene limitaciones de movilidad porque es una ciudad con pocas vías especialmente en el sector turístico del Centro, Bocagrande, Castillogrande y El Laguito, con un endiablado tráfico en las temporadas como la que acaba de pasar en que todo se volvió un enredo monumental y hubo días en que un trayecto de esos barrios al Centro Histórico y viceversa la demora era entre 45 y 60 minutos.
El sistema de transporte masivo Transcaribe sigue estancado y estamos en el noveno año en que se iniciaron las obras y todavía no se vislumbra que esa solución social del STM llegue a los cartageneros y visitantes. Muchos atestaron masivamente las playas o viajaron en lanchas a las islas del Rosario, visitaron monumentos históricos. El turismo fue – como siempre – más que todo nacional, porque la presencia de extranjeros siguió reducida a los cruceros que arribaron a la ciudad y otros cuantos que vinieron por vía aérea.
Pero aparte de ir a las playas, a las islas, a la Popa o a los monumentos ¿que más tiene de atractivo en la ciudad? Valdría la pena investigar cuantos turistas visitaron el Jardín Botánico y entonces se me viene a la memoria el espectáculo formidable de Luz y Sonido en el Castillo San Felipe que valdría la pena implementarlo de nuevo o repensar la ciudad para que se construyan Parques Temáticos con motivos históricos, parques para juegos infantiles para nativos y turistas y así mismo sirvió de atractivo adicional el VII Festival de Música Clásica que se acabó el pasado fin de semana; viene el Hay Festival para finales de enero, la 53 versión del FICCI que se celebrará del 21 al 27 de febrero y el IV Festival Voces del Jazz del 27 de julio al 3 de agosto.
*Abogado y escritor
rivelpa@yahoo.com
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