Columna


La ciudad bifronte

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

09 de marzo de 2014 12:02 AM

Nuestra desaparecida Promotora de Turismo vendía a Cartagena, hace 30 años, como la Joya Histórica de América y la Capital Turística de Colombia. Los mejores días estaban por venir. Nadie hablaba de dos Cartagenas. Pero ahora que vinieron los grandes días la ciudad es bifronte. Inclusive la cara buena y bonita no recibe del país que tanto la alaba la atención que requiere de las autoridades nacionales. Le prometen y no le cumplen.

La eficacia de las autoridades distritales también flaquea, con la cara bonita y con la cara fea. Con toda razón, tres de los sectores de la cara bonita –la de los gravámenes más altos– están desesperados: andan sobre huecos por las calles, por sardineles destruidos, toreando las alcantarillas derramadas y huyéndole a la bahía que invade las avenidas. No mentemos el espectáculo de los viernes y sábados por la noche, en Castillogrande, con los equipos de sonido de los vehículos desbaratando tímpanos y sus conductores –los hijos de papi– empericándose.

  En los sectores de la cara fea los alborotos corren por cuenta de las pandillas, el microtráfico, el sicariato y los fleteros. Matan o mueren sin remordimientos. Ya los pandilleros coronan a sus héroes en las rumbas que siguen a los pavores que siembran y ensayan escaramuzas, con el sol caliente, en las playas de Bocagrande, entre los hoteles Caribe y Capilla del Mar. Barrios como Los Cerezos, Villa del Cielo y Piedra de Bolívar lanzaron un SOS contra los ladrones motorizados.

   El catastro nos llegó, era obvio, reajustado en 2014, no con la vulgaridad con que lo hizo el Agustín Codazzi en el 2013, pero sí con unos promedios equiparados a la rebaja por el pago oportuno en enero y febrero, con vaselina. Sin embargo, no se nota que los impuestos sean devueltos en servicios, infraestructura, inversión social, seguridad ciudadana, arborización, actividades lúdicas y centros de atención primaria.

   El pasado martes un amigo barranquillero que escapó del carnaval me aseguró que el estrato seis de Cartagena equivale al estrato cuatro de Barranquilla. Ustedes –me observó– se arracimaron en torres y edificios más allá de lo que resistían los tubos, el pavimento, el emprendimiento de la burguesía raizal, la economía local y la aptitud de sus gobernantes.

   Ni los de cachetes rosados ni los de tez parda andamos satisfechos con las distorsiones administrativas de una descentralización que no cambia la estructura tradicional, ni se da cuenta de que somos un cuadro de sociedades paralelas asediadas por los contingentes inmigratorios, la explosión urbana y la corrupción.
Lo que pase de hoy en adelante tampoco cambiará nada.
*Columnista

carvibus@yahoo.es

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