Columna


La ciudad va desnuda

CARLOS DÍAZ ACEVEDO

13 de septiembre de 2017 12:00 AM

Hace muchos años vivía un emperador tan aficionado a la ropa que gastaba todo su dinero en trajes nuevos. La capital era una ciudad llena de gente gracias a los muchos turistas que la visitaban. Un día llegaron 2 pillos haciéndose pasar por tejedores, y proclamando que sabían tejer la más bella tela del mundo y con ella confeccionar trajes invisibles para los que no desempeñaban bien sus cargos o eran estúpidos, consiguieron el contrato para vestir al emperador sin participar en licitación. Los pillos simulaban que trabajaban en la ropa, pero se quedaban con los ricos materiales solicitados, e hicieron que el emperador saliera con su nuevo traje en un desfile militar sin admitir él y sus vecinos que no lo veían para no pasar por ineptos o estúpidos. Hasta que un niño dijo: “El emperador va desnudo”, la gente gritó lo mismo, el emperador escuchó los gritos, supo que sus vecinos tenían la razón, pero terminó el desfile.

Hoy en Cartagena de Indias, “La Heroica”, los pillos o piratas no vienen de afuera por lo que son innecesarias tantas fortificaciones para defender la ciudad, están adentro, y se hacen pasar por políticos y honorables tejedores de planes, proyectos, macroproyectos, políticas y presupuestos a favor de la ciudad y su gente. Simulan que trabajan en esto, pero se quedan con gran parte del erario. Los pillos o piratas están bien adentro en la administración distrital, han conseguido ser firmados, votados y elegidos, no son engañados, son parte del engaño, saben y son conscientes de la farsa, al igual que gran parte de la ciudadanía, otra cosa es que muchas veces pasemos como idiotas útiles o estúpidos sin llegar a una ignorancia colectiva.

Contrario al cuento “El nuevo traje del emperador”, de Andersen, en Cartagena no solo los niños y las niñas, la gente más pequeña, ven lo que otros ven y se atreven a decirlo, también mucha gente joven y adulta, mujeres y hombres, gritan que el alcalde va desnudo. Contrario a la ficción, en la realidad local no solo el mandatario va desnudo, sin ropa, en pelotas, en bola o en cueros, y a la cárcel, también el Concejo Distrital, la Contraloría y gran parte de la misma ciudadanía, la ciudad, en otros tiempos inexpugnable, va desnuda y camino al despeñadero.

Y en vez de agachar la cabeza, los que caminan desnudos y a la prisión, la levantan, no asumen sus responsabilidades, no renuncian, pretenden terminar el desfile y sus chambelanes siguen llevándoles la cola del traje que no existe.

*Lingüista, Literato y Comunicador para el Desarrollo

puntos_de_encuentro@hotmail.com

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