Columna


La cuenta

PEDRO CAVIEDES

17 de mayo de 2014 12:02 AM

Hoy, viernes 16 de mayo, cuando escribo esta columna, tan solo falta una semana para la primera vuelta presidencial. Y la campaña está que arde. Todo parece indicar que habrá segunda vuelta y, si resultan ciertas las encuestas, los candidatos serán el presidente Juan Manuel Santos y el ex ministro Oscar Iván Zuluaga. Éste último ha dado un giro impresionante, pasando de mantenerse por mucho tiempo en los últimos lugares, a encontrarse hombro a hombro con el presidente, con un gran número de encuestas vaticinándolo como ganador.

Nacionalmente, la campaña ha oscilado entre los diálogos de paz, que es una de las principales banderas del presidente, y la seguridad contra la impunidad, que es de las principales del ex ministro. Y en el ojo del huracán el incasable ex presidente Uribe, ahora también senador electo, que navega como pez en el agua en los ríos revueltos de la política, y un día se le ve entrando a la Fiscalía en la mañana, en la tarde dando un discurso en un pueblo y en la noche concediendo una entrevista en otro lado.

Pero más allá de los temas nacionales que nos importan a todos, vale la pena preguntarnos qué responsabilidad tenemos los cartageneros en los destinos de la ciudad, a la hora de votar.

Aunque parte de la democracia tenga implícito el derecho a la elección de votar o no votar, con el abstencionismo solo logramos que otros decidan. Sé que gran parte de lo que mueve (o paraliza) a la ciudadanía a no votar, es la frustración porque a la hora de la verdad, los políticos se llenan la boca de promesas, pero más bien poco las cumplen. “Da igual, siempre es lo mismo”, dicen muchos. Pero quizá también siempre es lo mismo precisamente porque mucha gente no vota. Es como si en un partido de fútbol un delantero se quedara viendo, sin entrar en el juego, simplemente porque piensa, o dice, que de todas formas va a perder. O un bateador se quede viendo cómo pasa la bola que le tira el lanzador, simplemente porque piensa que va a perder, batee lo que batee.

Eso es rendirse. Hay que insistir. ¿Acaso no son los jugadores que más admiramos, esos que hasta el silbato final, sea cual sea el resultado, luchan como unos gladiadores?

Esa misma insistencia a la hora de votar se traduce en la fuerza con la que después de la elección, gane o no gane el candidato que queramos, podremos exigirle al Gobierno que nos ponga atención, que Cartagena no es simplemente un “rumbeadero” y que el folclor caribeño significa alegría mas no pereza, indiferencia o dejadez.
Después de todo, ¿no creen que al decidir sobre los proyectos, los políticos no hacen la cuenta de cuántos voticos les pone cada ciudad?


pedrocaviedes@gmail.com
 

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