Columna


La culpa no es del profesor

BERNARDO ROMERO PARRA

15 de noviembre de 2017 12:00 AM

Desde hace tiempo se analiza por qué, si son los mismos profesores que laboran en los colegios privados y públicos, en los primeros los resultados académicos son óptimos y en los segundos son deficientes. Al investigar in situ sobre el caso encontramos que la práctica educativa varía en cada institución, por ejemplo, mientras un educador desarrolle sus estrategias pedagógicas en el aula contando con la participación activa de los estudiantes van a alcanzar los objetivos de aprendizaje; y por el contrario, cuando encuentra dificultades en la población estudiantil como el “síndrome de concentración fugaz” evidenciado en la desatención e indisciplina total a las orientaciones en clases, es muy poco lo que puede lograr.

Al conocer los resultados en las pruebas de estado por los estudiantes, por ejemplo en instituciones oficiales como Soledad Acosta de Samper y las Gaviotas frente a establecimientos con población de similares condiciones socioeconómicas, hallamos el elemento común en alumnos de buen rendimiento la existencia de una familia que los sostiene y los apoya a superarse como personas. Lo demuestran en hechos tan simples como la decencia en el vestir, actuar o hablar. Cuando no hay un grupo familiar que promueva la realización personal detrás del educando, como sucede en gran porcentaje en Cartagena, el proceso educativo es un albur, por lo que la inversión en infraestructura escolar es conveniente para la cobertura, pero para mejorar la calidad se requiere una intervención interdisciplinaria del área gubernamental en lo social que restaure el tejido familiar, promoviendo la generación de ingresos y la formación en principios y valores morales. “El factor fundamental para el éxito en la educación no está en la labor del docente, sino en la formación  familiar”, luego hay que incentivar los programas de erradicación de la pobreza como condición ‘sine qua non’  para mejorar el sistema escolar.

De igual forma los proyectos educativos institucionales no pueden ser los mismos para todos los colegios en Cartagena, puesto que se requiere de innovadores modelos pedagógicos construidos por los actores del gobierno escolar, donde se tenga en cuenta la situación socioeconómica de la comunidad. No es lo mismo la orientación pedagógica en el barrio el Socorro que en el sector el Hoyo, de la Esperanza. Seguir formulando planes educativos sin tener en cuenta la realidad aquí descrita es seguir procrastinando con las soluciones para la transformación social de nuestra urbe.

 

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