Columna


La cumbre mundial

CARMELO DUEÑAS CASTELL

07 de junio de 2017 12:00 AM

A comienzos del siglo XIX, Beethoven casi inauguró el romanticismo con su tercera sinfonía. Tan hermosa, monumental y revolucionaria que solo había una persona merecedora de ella. Para no dejar dudas, en la primera página escribió solo un nombre: Bonaparte. No es un secreto, Beethoven admiraba a Napoleón. No al militar, sino al sagaz político que pacificó una sangrienta revolución encauzándola por los senderos de un código civil, ejemplo universal.

Sin embargo, al enterarse que Napoleón se había declarado emperador el músico decepcionado solo alcanzó a decir: “¡Así que no es más que un común mortal!” y reconociendo en su ídolo al tirano, tachó y le cambio el nombre a la sinfonía por simplemente: Heroica.

La elite de Europa se enamoró de las ideas revolucionarias francesas. Fue Napoleón la encarnación de tales ideales: igualdad ante la ley, libertad de trabajo y de conciencia. Goya no fue ajeno a tal fascinación. Sin embargo, la forma horrenda y sangrienta como el corzo dominó a España lo decepcionó. El maestro plasmó el aterrador genocidio en dos obras fantásticas: “La carga de los mamelucos” refleja la carnicería del 2 de mayo en las calles de Madrid; pero, para mí, la obra maestra es “los fusilamientos del 3 de mayo”. Es una prueba de esfuerzo a los lacrimales del más frío mortal, una revolucionaria explosión de expresión: a la izquierda cadáveres ensangrentados; a la derecha el siguiente grupo de condenados aguardan el milagro que no llegará; de frente al pelotón de fusilamiento se encuentran, de atrás hacia adelante, un pobre hombre, que cubre sus ojos con los dedos crispados; delante de él, y de rodillas, tres anónimos mártires; en primera fila, abierto de brazos, el osado valiente prefiere ver la muerte de frente con pasmosa resignación.

Con los mismos claroscuros de todos los mortales y políticos que en el mundo han sido, fue Napoleón ejemplo de comunicación política. Hasta el punto que toda Francia, especialmente París, es hoy un gran mausoleo en honor a su memoria.

En nuestra heroica Cartagena, a partir de hoy, y durante tres días, se celebra la XI Cumbre de Comunicación Política. Decenas de expertos y cientos de asistentes discutirán en conferencias, mesas, paneles y talleres las herramientas de comunicación política más importantes. Esto les permitirá una descarnada disección de seis grandes temas: campañas electorales; políticas y nuevas tecnologías; comunicación gubernamental; medios y opinión pública; mujer y política; jóvenes y política. Iniciativa de quijotes que aspira, en palabras del exgobernador Juan Carlos Gossaín: “integrar y preparar a candidatos, funcionarios y electores en una nueva dinámica del mensaje público mientras genera un espacio para identificar los nuevos paradigmas de la actividad política enfocada en el ciudadano”. 

*Profesor Universidad de Cartagena

crdc2001@gmail.com

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