La imaginación popular es fértil en la producción de adagios para resumir de manera sencilla situaciones complejas. Un ejemplo de esa creatividad lingüística indica que los principales obstáculos para alcanzar sueños colectivos, provienen de las personas más cercanas a los soñadores: “no hay cuña que más apriete que la del mismo palo”.
Ese aforismo permitiría explicar por qué el Plan Maestro de Educación (PME) de Cartagena, presentado por sus promotores como el más serio, riguroso y participativo proceso para recuperar la educación local, encuentra su principal oposición en el Sindicato Único de Educadores (SUDEB) y en representantes de asociaciones de padres de familia.
El magisterio ha exigido siempre mayor planeación y recursos para la educación y cumplir la Ley General de Educación. Sorprende entonces que cuando se crea un plan tan ambicioso como el presentado al Concejo, se esgriman argumentos como el del presidente del SUDEB, Medardo Hernández: “no necesitamos un plan maestro que nos diga qué hacer cuando la Constitución lo dice”; o el de la coordinadora de la Red de Juntas de Padres de Familia, Shirley Torres: “es un plan de ensueño pero la crisis de la educación no da espera” (El Universal 16/04/18).
Julio Alandete, asesor de la Secretaría de Educación para impulsar el PME, explicó que las dos mil personas que intervinieron en construir el plan son en su gran mayoría representantes de la comunidad educativa y muchos de ellos afiliados al SUDEB.
Además de esa participación, según Alandete, el 23 y 24 de octubre de 2017 se hizo la socialización detallada del plan ante el SUDEB y ante la Junta Distrital de Educación, respectivamente; el 15 de diciembre del mismo año se realizó un Foro Distrital; y el pasado 2 de abril el Concejo Distrital hizo una audiencia pública para deliberar sobre el PME; y a ninguno de los cuatro eventos asistió Medardo Hernández. Tampoco hubo respuesta oficial del sindicato de educadores a la presentación formal del documento que se les hizo el 28 de febrero, con la solicitud de aportar sus observaciones y propuestas.
Hay dudas entonces, sobre si la oposición al plan, definido como la hoja de ruta para la educación en los próximos 15 años, obedece a convicciones de fondo de los educadores sobre su supuesta inutilidad, o a la generación de obstáculos como parte de una dinámica sindical de confrontación.
El PME es necesario y urgente para reorientar el futuro de la caótica educación local; los educadores deben ser protagonistas al implementarlo; es necesario zanjar las diferencias y hacer claridades o ajustes donde se requiera, pero pretender hundirlo sería tanto como querer quemar el colegio, porque el tablero está dañado.
*Asesor en comunicaciones
germandaniloh@gmail.com
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