Columna


¿La filosofía para qué?

CARMELO DUEÑAS CASTELL

09 de noviembre de 2016 12:00 AM

En el principio, en un mundo caótico, salvaje y agresivo, los animales solo se hacían preguntas básicas para subsistir, ellos y su especie: cómo conseguir comida, como no ser la comida de otros y como reproducirse. Hace unos 200.000 años, bajamos de los árboles, caminamos en dos patas y creció nuestro cerebro, apareció el “homo sapiens sapiens”, esto es, el primer mono que sabía que sabía. Resueltos esos primeros problemas el hombre se respondió otras preguntas (de dónde venimos, para dónde vamos, qué pasa después de la muerte, para qué existimos), allí nació la filosofía, del deseo de saber.

Filosofía se deriva del griego: filo, que significa amor, y sophía, que quiere decir sabiduría. Es decir, amor a la sabiduría. El tirano León, hace más de 2.500 años, llamó sabio a Pitágoras y este le respondió que él solo amaba la sabiduría.

Para algunos la filosofía es letra muerta, conceptos sin vida, pasados de moda y carentes de importancia en un mundo cambiante. Nada más lejano de la realidad, la filosofía debería ejercer una función social vital, hacer preguntas, buscar respuestas mediante el análisis, la crítica y la reflexión.

El mundo de hoy es inmediatez y pragmatismo. Adquirir herramientas para hacer es fundamental y garantiza la sobrevivencia, imposible negarlo. Pero el hacer puede convertirse en el fin último. En un mundo tan cambiante el hacer ayudará a nuestros jóvenes por unos cinco años. Dar herramientas para saber hacer puede ayudarlos unos 10 años. Pero, construir el ser, eso les dará vigencia durante toda su vida. Eso les permitirá ser inquietos, cuestionarse, preguntarse todo y aprender día a día. Pero, más importante, les permitirá hacerse preguntas y tratar de responderlas o buscar quien las responda.

Yo estoy de acuerdo con el alcalde: nuestros jóvenes requieren herramientas para enfrentar ese mundo caótico, salvaje y agresivo de nuestra ciudad, en el cual parecemos más animales que aquellos que tan solo tenían tres preguntas que contestarse.

El asunto no debería ser si la filosofía es necesaria o no. La filosofía es consustancial a todo ser humano, imprescindible para todos y mucho más para el cartagenero, quien puede preguntarse por su dudoso futuro en un presente incierto, pero, las preguntas que debieran hacerse nuestros dirigentes son: ¿cómo cambiar esa Cartagena violenta?, ¿cómo mejorar su calidad de vida?, ¿por qué los cartageneros no cumplimos las normas y reglas?, ¿cómo hacer que tengamos más cultura ciudadana?, ¿Por qué Medellín está mejor que Cartagena?, ¿cómo cambiar a Cartagena?, ¿cómo hacer de Cartagena la más educada?

En su libro “El valor de educar”, Savater escribió la sentencia de Marco Aurelio: “los hombres han nacido los unos para los otros; edúcales o padécelos”.

*Profesor Universidad de Cartagena

crdc2001@gmail.com

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