Columna


La lucha continúa

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

19 de noviembre de 2018 12:04 AM

En la denodada lucha que hemos iniciado con el alma buena de Salvo Basile y bajo la sombra tutelar de la Arquidiócesis de Cartagena, se han recogido toneladas de alimentos crudos y procesados para que el arzobispo Jorge Enrique Jiménez en su santa sabiduría, y con los párrocos de las diferentes diócesis las hagan llegar con eficiencia a los más necesitados, a los que se acuestan sin comer bocado alguno, y donde pululan los niños desnutridos y famélicos en el marco de la escena dantesca de la miseria.

Quiero agradecer a las personas que nos han ayudado con sus generosas y en algunos casos abundantes donaciones; a Guillermo Ramírez, Mayra Rodríguez, hermanos Hilsaca Acosta, Alfonso Hilsaca, Reynaldo Burgos, Germán Ordosgoitia y Pedro Pablo Vergara, Francisco Martelo, Gilbert y Eliza Thiriez, Simón Beetar, Eugenia Arango, Humberto Rodríguez, Vivian Lemaitre, Mayito y Ramón del Castillo, Carmencita de Cesáreo, Diana De La Vega, Juan del Mar, Pietro Abbrescia, Finita, Humberto y Enrico Benedetti, Jaqui Lemaitre, Raúl Bustamante, Gloria Pinzón, Helena Arrázola, Ángela Mogollón, Patricia Cesáreo, Lourdes De Zubiría, Maty Piñeres.

En nuestra lucha hemos soñado programar el aumento de los ya existentes cinco comedores para niños (de a cien cada uno), y extenderlos a cinco más para lograr al  2019, de manera sostenible y segura, mil niños bien alimentados y en buena forma, para que la deserción escolar y el abandono de su formación como hombres de bien sea cosa del pasado, y con la visión de ir creando líderes jóvenes en las zonas donde habitan, que son las más deprimidas de la ciudad. En el océano de las necesidades de las poblaciones más vulnerables, que generalmente son de origen afro (palabra que detesto usar), lo nuestro es solo una gota de agua, para ir llenando el vacío de la ausencia del Estado y paliar de alguna manera la detestable y canallesca costumbre que tienen algunas personas, de robarse los dineros públicos con que se compran los alimentos para los niños. También soñamos con poco a poco ir dejando el asistencialismo e iniciar con las familias de esos niños, las primeras nociones de emprendimiento y autosostenibilidad, ayudando a la formación disciplinada en el tema de agricultura urbana en los patios de sus casas, o en un área cercana a sus viviendas, donde un donante nuestro está dispuesto a cedernos varias hectáreas para iniciar su desarrollo, y donde se pueden producir toneladas de alimentos que sirvan para su propio consumo y para producir encadenamientos comerciales de suministro de estos a los hoteles y a las cadenas de supermercados. Como también iniciar con el apoyo de algunas universidades y bajo la metodología de un sistema cooperativo, empresas acuícolas en los bordes de la ciénaga de la Virgen, donde también se pueden producir toneladas de peces y mariscos.

gabrielrodriguez@ibrinmobiliaria.com

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