Columna


La marcha por la vida

RICARDO TROTTI

24 de febrero de 2018 12:00 AM

Por ahora es una marcha estudiantil por la vida. Será el 24 de marzo en Washington. Pero tiene la intención de transformase en un movimiento poderoso en contra de las armas de fuego.

Está empoderada por los compañeros de los 14 jovencitos y tres adultos asesinados por el ex alumno Nikolas Cruz en la escuela secundaria Marjorie Stoneman Douglas en Parkland, al norte de Miami.

Ya devenidos en activistas en esta etapa de sanación, pocos días después de vivir el duelo y honrar a los caídos en los funerales, esperan que su “marcha por nuestras vidas” sea multitudinaria y que el movimiento, bajo el lema #NeverAgain (NuncaMás), sea revolucionario. Aspiran que la suya sea la última tragedia escolar. Quieren asestarle una estruendosa bofeteada pública a los políticos y legisladores que masacre tras masacre en escuelas y espacios públicos, no han atacado el meollo del problema: la facilidad de acceso a las armas de fuego.

Pese a que tendrán que luchar contra varios monstruos y prejuicios culturales, los estudiantes tienen tres cosas a favor: conforman un grupo compacto de jóvenes con un espacio común, su escuela, con decenas de millones de alumnos en todo el país, sus aliados potenciales. Segundo, las redes sociales y los dispositivos móviles les ofrecen un potente megáfono y gran poder de convocatoria. Tercero, en meses o años, estos jóvenes alcanzarán la edad para votar, y saben que los políticos los cortejarán y temerán.

Su tarea no será fácil. La tenencia de armas es un tema cultural incrustado en la Segunda Enmienda constitucional y machacado por el cabildeo agresivo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), la que responsabilizó de la matanza del 14 de febrero al sensacionalismo de los medios y al FBI y la Policía por no haber actuado antes, desde que habían sido alertados sobre la conducta perturbadora de Cruz.

Las protestas de los alumnos ya arrojaron resultados, pero no parecen suficientes. El gobernador de Florida, Rick Scott, y legisladores republicanos propondrán aumentar de 18 a 21 años la edad para comprar fusiles automáticos, pero no los prohibirían. Ampliarán las verificaciones de antecedentes y pondrán más seguridad en las escuelas. En la misma línea se proyectó el presidente Donald Trump, aunque agigantó la polémica cuando dijo que la solución pasa por armar a los maestros.

Ante cada masacre siempre hubo esperanzas que sería la última y el punto de inflexión para cambiar la historia. La determinación estudiantil por organizar esta marcha y el incipiente movimiento creado, aparentan tener los condimentos necesarios. Los desafíos son muchos. No deberán dejarse engatusar por políticos que los quieran usar, no desanimarse cuando la atención pública se desvanezca, deberán blindarse ante el cabildeo de la NRA y no amilanarse por contramarchas en su contra.

MENSAJES Y SOCIEDAD
RICARDO TROTTI
trottiart@gmail.com
 

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