Columna


La mentira: modelo electorero y de gestión pública

ALCIDES ARRIETA MEZA

19 de septiembre de 2014 12:02 AM

La mentira, actitud y acción consciente para no decir la verdad, callarla, ocultarla, maquillarla, cercenarla, son las proclives actitudes de muchos gobernantes en el mundo, y de muchos seudo políticos, con la intención de acceder, conquistar y mantenerse en el poder. Esta se ha  constituido en  un modelo de gobierno y de ejercicio de la política.

Nuestra amada Colombia, Cartagena no es la excepción, los mensajes falaces, mendaces, los datos electorales (los  del DANE); las eternas promesas de campaña, las poses de estadistas, las falsas acciones altruistas tanto de gobernantes como de candidatos, sus falsas comuniones con Dios, y conversión en redimidos de falsos pastores de santas iglesias, son apenas parte del gigantesco menú con el cual se  aseguran reelecciones y victorias  electoreras.

La mentira como modelo de gobierno y del quehacer político está a la orden del día, dado que  de lo que se trata es de simular y engañar. Por eso es que muchos candidatos y muchos gobernantes se esfuerzan por parecer gente buena, por tanto sus imágenes, sus palabras, sus gestos, sus vestidos, son el resultado de una investigación y estudio calculado de la  sociedad, y objeto de la más refinada técnica publicitaria, en donde la ciencia de la construcción de imagen, el arte ciencia del diseño gráfico, la mercadotecnia, la psicología, pueden convertir al mismo diablo en el mejor candidato, en el mejor gobernante, pues solo necesita de una adecuada y efectista asesoría de imagen, un buen manejo publicitario, publicidad abundante y de la buena, con la compañía de una buena escueta de opinión y de una poderosa tula, estatal o privada.

En un medio en donde todo puede ser manipulado, en donde la verdad y la ética están en el subsuelo y en donde se vive de apariencias de lo superficial, en donde lobos posan de ovejas, la mentira suele ser ganadora, imperial, exitosa, arrasadora, su antídoto necesariamente será una ciudadanía despierta, que sepa distinguir entre la apariencia, la manipulación y la realidad. En tal sentido, la investigación, el autoaprendizaje, la educación integral, tienen un papel urgente que cumplir en la búsqueda de la verdad.

Las acciones de muchos de los gobernantes y aspirantes a cargos de elección popular tienden a  tergiversar la realidad, con excelentes disfraces, con ello impactan multitudes. Por fortuna, gran  parte  de la sociedad ha comenzado a entender que muchos gobernantes y  aspirantes son falsos, perversos, que solo  buscan sus propios y particularísimos intereses, por lo que no está lejos el día  en que se les quiten esas máscaras, con los cuales han engañado a sociedades  enteras.

Los discursos mentirosos, verdaderas apología a la mentira, que intervienen las emociones, los sentimientos de la sociedad, nos obligan a tomar posicionesen defensa de la verdad y de la  ética, para que la ética y las buenas costumbres sean modelos de gobierno, de vida, del quehacer político, solo así nos aproximaremos a una sociedad y a unos hombres de Estado justos, honestos, veraces, facilitando así la prosperidad general, y la convivencia entre la familia humana.

Los modelos de reconstrucción de la verdad, de la ética social, están en proceso. Hombres y mujeres de todo el mundo, en Colombia, en Cartagena, están trabajando por  un nuevo Estado, por una nueva ética pública, social y política, de suerte que los frutos pronto serán recogidos, para que sea esta una fuerte costumbre ciudadana, para no vivir de superficialidades.

profesoralcidesarrieta@hotmail.com

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