Columna


La moral y los contrastes

DARÍO MORÓN DÍAZ

24 de junio de 2017 12:00 AM

“En la conducta moral hay presencia de valores. En la conducta inmoral hay ausencia de valores”.

En un continente o una nación se puede identificar que existen líderes, dirigentes o políticos cuyas acciones evidencian contrastes importantes en el aspecto moral. Algunos, se caracterizan por actuaciones moralmente correctas, otros carecen de esos valores. 

Un ejemplo emblemático de un dirigente con una moral política intachable fue Helmut Kohl; líder alemán que acaba de fallecer a los 87 años. Kohl hizo posible la reunificación de Alemania, una nación que venía dividida desde los inicios de la guerra fría en una Alemania Oriental y una Alemania Occidental. Con Mihail Gorbachov en la Rusia soviética y la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas (URSS) surgió un nuevo panorama que hizo posible que las dos Alemanias se reunificaran.

Lo que parecía imposible lo consiguió este Primer Ministro que manejó con habilidad las negociaciones, y fue un inmenso triunfo político; por ello fue elegido por más de diez años como Primer Ministro de la Alemania unificada. Kohl lideró el proceso durante 1989 y lo culminó en 1990.

Hábilmente primero sensibilizó a la Alemania Oriental y le ofreció apoyo económico que la Alemania Occidental poseía de sobra después de su recuperación de la segunda guerra. Erich Honecker era el Primer Ministro de Alemania Oriental. Kohl convenció a los rusos aceptar la idea de una Alemania reunificada para que así participara en la Organización del Tratado Atlántico del Norte (OTAN).

La reunificación alemana fue un paso necesario para la integración de Alemania en la comunidad europea que avanzó hasta concretarse en 1993 cuando entró en vigor el conocido Tratado de Maastricht.

Helmut Kohl fue un el líder alemán que pasó a la historia como un “gigante de la convivencia” entre sus compatriotas.

Contrasta ese liderazgo de Kohl con el de ciertos políticos del país que por el contrario fomentan las diferencias y los odios entre los colombianos, convirtiéndose así en promotores de la guerra y enemigos de la paz. Usan falsos argumentos contrarios a la convivencia pacífica; especímenes que generan una oposición irracional e inmoral.

Es una conducta psicopatológica, prefieren los desastres y muertes de la guerra. Como ejemplo de esa actitud irracional mencionemos el uso mediático del acto criminal de los terroristas en Bogotá.

Sin escrúpulos éticos señalaron al presidente de la República como culpable. Fue un acto de bajeza intelectual, de odio, no les importó que se afectara la paz y el fin de un conflicto sangriento de más de cincuenta años en el país. Piensan más en sus intereses, en mantener la zozobra para seguir en la misma corrupción de los años pasados, durante su ejercicio en el poder.

*Exdirector de El Universal. Académico de Medicina e Historia.

dmorond@gmail.com

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