La noticia mundial más importante de este 2014 es sin duda la disminución del precio del petróleo. Sus consecuencias se están viendo incluso en la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, donde para muchos los Castro se vieron forzados a ceder debido a que el fin del apoyo de su principal patrocinador, Venezuela, es inminente. Pero si esta nueva realidad removió los cimientos de una estructura socioeconómica y política de más de cincuenta años en este lado del mundo, en el resto sus efectos tampoco se han hecho esperar.
Hasta ahora a quien más ha convenido esta baja es al país que la generó, los Estados Unidos, que con el incremento en su producción, y su cada día más cercana independencia energética, ha forzado a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) a no recortar su producción. Debido al ahorro de los estadounidenses en gasolina, el consumo en otras áreas se ha disparado, lo que ha aumentado el crecimiento a una tasa mayor de la esperada. Además, tres de los cuatro gobiernos enemigos declarados de EEUU, Rusia, Irán y Venezuela, están contra las cuerdas debido a esta coyuntura.
El caso de Rusia es especialmente diciente de los cambios drásticos que pueden darse en la geopolítica, ya que hace apenas unos meses, su presidente Putin, con ínfulas de conquistador, anexaba a Rusia la península de Crimea; y un poco antes se jactaba de un triunfo diplomático en Siria, ya que logró evitar que a pesar de los ataques químicos que el régimen de Bachar al-Sad lanzó contra su población, USA los atacara. Hoy, sufriendo las sanciones económicas impuestas por Occidente debido a su incursión en Ucrania, más el recorte en los ingresos por la venta de crudo, el ex agente de la KGB pasa por sus peores momentos, con un país cercano a una crisis económica.
Claro que no tanto como nuestro vecino, por el que ya se teme una verdadera catástrofe, ante la inminencia de un desastre económico dantesco. Ese falso proyecto del Socialismo del Siglo XXI, patrocinado por la riqueza peor derrochada del último siglo en el mundo, comienza a caer como un castillo de naipes, y lo más doloroso es que será el pueblo venezolano quien sufra.
¿Y Colombia? ¿Habremos sabido ahorrar durante la bonanza de los precios del petróleo altos para la época de las vacas flacas? Me temo que la mermelada no es una cuenta de ahorros del Gobierno, y que si antes de que cayeran los precios del crudo ya se planeaba una reforma tributaria para tapar el hueco fiscal, seguramente no fue porque las cuentas de la nación estuvieran boyantes.
El 2015 al parecer será movido, con más cambios a la vuelta de la esquina. Esperemos que a Colombia y nuestra Cartagena no nos duelan mañana los recursos malgastados ayer.
pedrocaviedes@gmail.com
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