Columna


La paz, don de Dios

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

25 de septiembre de 2016 12:00 AM

La paz no se obtiene por decisiones políticas, es uno de los frutos del Espíritu Santo por vivir cristianamente unidos a Dios. El único que cambia el corazón humano es Dios. La paz espiritual no es sólo la ausencia de conflictos armados. Para los creyentes, la paz se conquista desde el interior, si nos abrimos al amor de Dios y al prójimo, si nos convertimos procurando vivir en el bien, la verdad, el respeto, la honestidad, la justicia, la solidaridad.

Si buscamos la paz interior y con los demás, necesitamos armonizar nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes, intenciones, esfuerzos y acciones con este ideal. Dejarnos amar e iluminar nuestras conciencias por Dios, su palabra, su perdón, su presencia en los sacramentos, vivir en comunión de amor con Él y aprender a obedecerle de corazón, amando más a los demás, liberándonos de vivir el egoísmo, la soberbia, el rencor, la violencia, la corrupción, la lujuria y demás pecados.

Respecto al plebiscito, respeto la conciencia de cada cual y sus razones votar sí o no. Invito a trabajar de cara a Dios para conquistar la paz de manera profunda.

Oremos para que Dios actúe a través de nosotros, para tomar decisiones responsables, informadas, honestas, transparentes. Trabajemos en construir una mejor sociedad, siendo sensibles y solidarios, orando por la conversión de todos, con mucho respeto, valorando la dignidad humana, contribuyendo mutuamente con nuestros dones y talentos, respetando y protegiendo a la vida, a la familia, a los niños, a la libertad.

Las lecturas de hoy* nos invitan a tomar conciencia que nuestro destino eterno lo construimos según como vivimos el presente. La parábola del rico y del mendigo Lázaro es escalofriante, porque nos pellizca a todos sobre cómo por pensar en nuestro propio bienestar, podemos cerrar el corazón ante las necesidades de los demás, en vez de apoyarnos a conquistar una vida digna, de rectitud, templanza, piedad, fe, amor, paciencia, mansedumbre y buen trato mutuo.

En el mensaje de paz en Asís, el papa Francisco nos invita a vencer la indiferencia, a tener sed de paz, a orar por la paz, a comprender que la paz es un don de Dios. No resulta solo de compromisos políticos. Las ideologías fomentan la violencia, es absurda también la violencia usando el nombre de Dios. La paz es santa, es un hilo de esperanza, disponibilidad para el diálogo, propiciar la cultura del encuentro, el arte del perdón y de la comunión entre hermanos. Nos invita a ser artesanos de paz, invocando a Dios y trabajando por los hombres.

Oremos pidiendo la conversión y este gran don de la paz a Dios, que con su amor y misericordia, conquistemos la paz profunda personal, nacional y mundial. ¡María reina de la paz, ruega por nosotros!

Lc 16, 19-31; Tim 6, 11-16

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.
 

judithdepaniza@yahoo.com

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