Columna


La paz es el futuro

RAFAEL VERGARA NAVARRO

13 de septiembre de 2016 12:00 AM

Aproximándose el 26 de septiembre crece mi optimismo y alegría. En nuestra ciudad, ante la comunidad internacional y el pueblo de Colombia, se firma con las Farc el acuerdo que termina el conflicto de más de 50 años y, ese preciso día, mi madre escala lúcida los 93 años.

Esposa de político, vivió los inicios del conflicto, la muerte de Gaitán, la guerra liberal-conservadora, el plebiscito que le dio el voto a la mujer, la paz bipartidista, las guerrillas de los llanos y las que siguieron, el narcotráfico.

Como parte de los millones de víctimas, el conflicto también entró a su casa. Este hijo renunció a la herencia política y se enroló en la utopía de la revolución. Por años sufrió los miedos por los riesgos de su ausencia. En razón del Plan Colombia y aquel impuesto de guerra de las Farc, otro de sus hijos fue secuestrado, gestioné y el Mono Jojoy me lo devolvió.

Motivos de animadversión los tiene, sin embargo cuando con respeto le pregunté si votaría por el Sí o el No, me sorprendió: “lo haría por el Sí porque la paz es el camino a la armonía que tanto necesitamos”.

Mi hermano, que vivió el rigor del cautiverio se duele igual que yo, con la insensatez de los no afectados directos por el conflicto, o los que rechazan el acuerdo por su animadversión antisantista. Se respeta.

Otra cosa son los odios mesiánicos y los que defienden con pasión desbordada el No porque están de acuerdo con continuar la guerra.

A un taxista boyacense indignado por la destitución del exprocurador Ordóñez, le expliqué la legalidad y justeza de la decisión. Con ira se declaró uribista y con frialdad y odio dijo “lo que hay que hacer es matar a todos los subversivos”. No se lo acepto -lo increpé-, en el país la pena de muerte está prohibida.

Lo hemos olvidado, el largo conflicto hizo perder el pudor ante  la muerte. Con el monopolio de las armas en poder del Estado, este acuerdo de paz nos conducirá, paso a paso, a enterrar el ayer, la violencia que carcome, a respetar la vida y fortalecer el Estado Social de Derecho.

Visionarios, hace 26 años al dejar las armas el M-19 y otros contribuimos a derrumbar inmovilismos y prejuicios, a que se aprendiera a respetar la diferencia, a concertar. El resultado fue la Constitución del 91. La sociedad se movió, marcó un camino, pero el paramilitarismo, el conflicto y la frustración de la negociación del Caguán desató una cruel guerra, que para bien de la democracia se apagó ahora con la solución negociada a fondo y con rigor.

Que se firme el acuerdo en Cartagena de Indias ratifica que, además ser en una ciudad cargada de anterioridad, cuna de la Independencia, también lo será de futuro como capital de la paz de Colombia y ojalá de la justicia social.

*Abogado ambientalista y comunicador.

rvergaran@yahoo.com

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