Columna


La paz sea con nosotros

ALBERTO ABELLO VIVES

31 de mayo de 2014 12:02 AM

¿Qué une hoy a César Gaviria y a Piedad Córdoba, defensores de modelos económicos y sociales divergentes? ¿Qué une hoy al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro y a su antagonista la ex directora del Sena, Gina Parody? ¿Qué une hoy al  senador izquierdista Iván Cepeda, promotor de reformas liberales, y al senador ultraconservador Roberto Gerlein? ¿Qué une hoy al ex presidente Ernesto Samper y a Óscar Collazos, el periodista que le hizo oposición radical durante su mandato?

Los une la credibilidad en los diálogos de paz de La Habana, en la inminencia de un acuerdo que finalice el conflicto y en el comienzo de un pos conflicto en el que se asiente la paz. Saben que los diálogos se manejan con rigor y discreción, con seriedad y mucha cautela. Saben que el tiempo corre, pero no son necesarios los afanes si se busca ese bien superior llamado paz. Conocen los informes de lo pactado y mantienen viva la esperanza de un final exitoso. Reconocen que es ahora o no se sabría cuando.

Saben que el proceso de paz exitoso con el M-19 es un referente. Saben que se puede lograr la reinserción a la sociedad de los rebeldes sin entregarles el país, como dice la propaganda engañosa. Saben que es mejor el debate en el parlamento que balas en los campos. Que es mejor la democracia, así sea imperfecta, que el autoritarismo belicoso.

La posibilidad de triunfar el candidato del Centro Democrático en la segunda vuelta, y que con él se dañen los avanzados diálogos de La Habana, puso a tirios y troyanos a defenderlos. Esta semana, luego de la derrota del pasado domingo, el país asiste a una más clara pedagogía sobre la paz (¡Por fin!) y la campaña de la Unidad Nacional empieza a verse como una verdadera unidad nacional. El país que cree en la paz y no quiere más guerra se pellizcó; se percibe una sana y fuerte ofensiva para defender el proceso de paz y para que llegue a la firma definitiva.

Los dos candidatos no son lo mismo. Frente a la paz hay uno que trabajó por ella, encargando a un equipo serio en La Habana, con una metodología profesional para avanzar, y otro que la ha espiado, la ha querido entrabar y amenaza con desconocer lo hasta ahora conseguido, ha querido ver tacha donde no la hay y se encargó de asustar al país mintiéndole. Por ello, los que quieren la paz, independientemente de sus diferencias políticas e ideológicas se unen, como habrá que unirse para refrendar en las urnas los acuerdos. Los antagonistas de ayer se unen en el mejor de los ejemplos de los encuentros que son posibles para lograr grandes propósitos nacionales. Si la propuesta de paz es derrotada, no podremos volver a creer en quienes pudiendo votar por ella insisten con terquedad que entre uno y otro candidato no hay diferencias.

*Columnista quincenal

PERIÓDICO DE AYER
albertoabellovives@gmail.com

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