Louis Pasteur fue un químico, bacteriólogo e investigador francés. A él se debe la pasteurización. Fue pionero de la microbiología al demostrar que las infecciones son el efecto visible de una causa invisible (bacterias o virus) y que pueden prevenirse o curarse. Además, sentó las bases para desarrollar la higiene, la esterilización, las vacunas y los antibióticos.
En 1880 Pasteur experimentaba sobre la transmisión del cólera aviar. Por un error él y su ayudante se fueron de vacaciones y no inocularon unos pollos con un cultivo del germen. Al regresar de vacaciones encontraron a los pollos sanos y el cultivo de gérmenes seguía donde lo dejaron pero muy debilitado. Con él inoculó a los pollos que desarrollaron una versión leve de la enfermedad y ninguno murió. Así creó la primera vacuna con gérmenes debilitados artificialmente. Para la vacuna de la rabia infectó conejos y cuando el animal moría secaba su tejido nervioso para debilitar el virus. Tras muchos años de investigaciones demostró que ese virus debilitado podía inocularse en animales sanos y prevenir la enfermedad.
Joseph Meister, un niño de 9 años, iba a su escuela en Meissengott cuando comenzó a provocar con un palo a un perro y este lo mordió, con tan mala suerte que el perro había contraído la rabia. No había dudas, el niño moriría, pero Pasteur no podía aplicar una vacuna sin pruebas suficientes en humanos que demostraran su eficacia o se expondría a graves problemas legales. Tras consultar con sus colegas, un día como hoy, el 6 de julio de 1885, inoculó la vacuna en el muchacho. El tratamiento consistió en una inyección diaria por 16 días. Con esto convirtió al niño en la primera persona en ser vacunada contra la rabia y la primera en resistir con éxito tan mortífera infección. Diez años después falleció Pasteur, pero el reconocimiento y la fama permitieron crear el Instituto Pasteur en donde Meister trabajó como vigilante hasta 1940, cuando falleció a los 64 años.
La rabia es, según la real academia española, un sentimiento, una reacción de ira, enojo o gran enfado. Puede desaparecer tan súbitamente como apareció pero en ese corto tiempo puede causar las mayores tragedias al obnubilar al afectado. También puede invadirlo, corroerlo hasta los huesos con un odio permanente y un eterno deseo de venganza o con pensamientos de frustración o depresión. Para esos casos se han propuesto vacunas preventivas, curativas o al menos aliviadoras: el tiempo, la distancia, la risa y el olvido. Lamentablemente muchas veces el tratamiento no funciona o no es aceptado por el enfermo. Mucho de eso pasa cuando se habla de paz, reconciliación, impunidad o justicia. En la vida diaria y en la negociación no es fácil aplicar la filosófica frase del poeta que dice: la mejor venganza es el olvido.
*Profesor Universidad de Cartagena
crdc2001@gmail.com
Comentarios ()