Columna


La ruta de la luz

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

07 de enero de 2014 12:02 AM

A partir del  pasado el 21 de diciembre de 2012, el mundo cambió. El sol, con todos sus planetas, que gira alrededor de un punto central de la Vía Láctea, entró en una era de luz cuyo tránsito dura unos 26.000 años; 13.000 mil de luz y 13.000 mil de oscuridad. Nuestro sol completó el recorrido de los años de oscuridad e inicio su nueva ruta de luz.

A nivel psíquico significa que a partir de este momento, los habitantes de la tierra empezaremos a abrir nuestros ojos espirituales, descubriendo posibilidades dentro de nosotros y con respecto al mundo exterior.

Con el cambio astral la vibración cósmica se aceleró, pasando de una tercera a una cuarta dimensión. Para  mantenernos sincronizados con el universo, nuestra vibración también entro en etapa de cambio. 

En la cuarta dimensión se desarrollarán las facultades del hemisferio derecho del cerebro, activando más la intuición y el discernimiento. En la cuarta dimensión se fortificará la confianza en nosotros mismos y en nuestros congéneres. Los miedos, los fantasmas que nos acosan empezarán a esfumarse. Las normas de la conciencia de la cuarta dimensión proporcionarán una mayor sensación de  posibilidades y capacidades diferentes a las duras y rigurosas estructuras de la tercera dimensión. El tiempo en la cuarta dimensión será siempre tiempo presente. La conciencia está en lo que sucede ahora mismo. 

En la cuarta dimensión elegiremos nuestra propia versión y nuestras propias respuestas.
Así, en la medida en que penetremos en la conciencia de la cuarta dimensión, la posibilidad de felicidad y bienestar será más cierta y evidente y podremos ir deshaciéndonos de lo que no somos. Las personas van a poder verse a sí mismas, porque les era imposible y negado en la tercera dimensión. Descartaremos con facilidad las emociones y pensamientos negativos; miedos, resentimientos, envidias, desconfianza  y celos, los cuales pertenecen ya al pasado.

Comprobaremos con regocijo que nuestras intenciones empiezan a hacerse realidad casi de inmediato.

Nuestros pensamientos y anhelos se suceden casi que al instante. Ya  somos testigos de un sinnúmero de coincidencias que se suceden a cada momento, porque el tiempo y el espacio ya no nos condicionan. Las viejas amistades reaparecen. Cada vez nos importaran menos las ofensas que en la tercera dimensión constituían un motivo de rabia y rencores. Estamos aprendiendo a reírnos de nuestros errores. Nuestro yo está empezando a dar espacio al yo colectivo.

Pasó un año de la mencionada fecha, donde los Mayas le ponían fin al mundo y no era otra cosa que la entrada en la cuarta dimensión.

¿Siente usted que los cambios se están dando?

¡Enhorabuena!

gabrielrodriguez@ibrinmobiliaria.com

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