Columna


La salud es competitividad

MARÍA CLAUDIA PÁEZ MALLARINO

30 de noviembre de 2017 12:00 AM

Para algunos, la crisis en la estructura de la salud obedece a la falta de voluntad política para tomar decisiones de fondo; para otros, se centra en el alto nivel de corrupción e ineficiencia de los actores que participan en él. Como quiera que sea, la fórmula para que el sistema sea sostenible no es fácil de encontrar. De un lado, los gobiernos, tanto el nacional como los territoriales, no pagan a tiempo; y por el otro, algunos prestadores del servicio sobrefacturan y generan irregularidades en sus entidades. Los hechos son aterradores y las evidencias así lo demuestran.

La salud necesita ajustes y, además, liderazgo y claridad para defender los fundamentos que inspiraron el sistema de la Ley 100. No podemos desconocer que Colombia, a diferencia de muchos países de su mismo nivel de ingreso, logró llegar muy cerca de la cobertura universal. Pero la calidad del servicio es pésima y todos debemos abogar por medidas urgentes y efectivas orientadas a mejorarla.

La salud es uno de los más importantes elementos de competitividad. Me refiero de manera especial, a la manipulación que viene dándose a los pagos de la prestación del servicio, que se ha convertido en un nudo gordiano del que no terminamos de salir. Los entes territoriales no pagan a tiempo, las EPS, IPS y hospitales acumulan facturas que los tienen al borde del cierre. ¿Qué vamos a hacer? El tema no es menor.

A pesar de que varias EPS han sido canceladas y las clínicas estatales fueron reformadas y puestas en manos de universidades, cajas de compensación, entre otros, con resultados en principio positivos, la integración vertical aún es limitada (si acaso llega al 30%). A pesar de que se aumentaron los recursos para el sector, apenas quedó iniciado el giro directo y los instrumentos de control no han respondido a lo que se requiere, estos deben ser fortalecidos desde la acción, soportada en un proyecto de ley que dé instrumentos para exigir el adecuado servicio, que hoy en muchos casos, se resuelve a través de la Justicia, generando gastos, incomodidades y daños irreparables a los usuarios. Requerimos una alianza y tomar decisiones con respecto a la facturación transparente y pagos a los prestadores de salud. 

Hoy, en Cartagena estamos ad portas de que algunas entidades suspendan el servicio. Ya en varias de ellas se ha decidido al respecto. ¿Qué más vamos a esperar?
Necesitamos un buen servicio de salud.


 

 

 

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