En Irlanda del Norte después de más de diez años de conversaciones entre el gobierno británico y grupos políticos religiosos, incluido el Sinn Fein y el Ejército
Republicano Irlandés (IRA), llegaron a formalizar el “Acuerdo del Viernes Santo”, firmado en la capital Belfast. Así finalizó esa etapa violenta al aceptar los tratados aprobados mediante un referendo. En Sudáfrica, Nelson Mandela y Frederik De Klerk pusieron fin a la denigrante violencia del “Apartheid” y firmaron la paz en Ciudad del Cabo. Tanto Mandela como De Klerk recibieron el Premio Nobel de la Paz. En otros países, San Salvador, Guatemala, Indonesia, Sudán, Nepal y Burundi, escogieron sitios emblemáticos para que de esa manera los acuerdos de paz quedaran signados en la historia de esas naciones.
En ese mismo orden de ideas Cartagena la ciudad de las murallas y fortalezas; por múltiples razones fue escogida como el lugar adecuado para firmar los “Acuerdos de Paz con las Farc”. Cartagena de esa manera entra en la historia moderna como la “Sede de la Paz”, título que viene a ser de mayor prosapia que cualquiera de los recibidos desde su fundación. Cartagena Sede de la Paz abre un nuevo horizonte de esperanzas al país, a los colombianos, a las generaciones futuras que con esos acuerdos encontrarán un mejor clima para la convivencia y el progreso.
Es menester hacer hincapié sobre el fundamento de los acuerdos firmados, que son el reflejo del clamor de la población por la paz. La construcción de la paz debe ser un compromiso de la sociedad con participación de todos los segmentos sociales sin discriminaciones y dentro del Estado Social de Derecho; es obvio que los Derechos Humanos permanecen como un compromiso ineludible. El desarrollo debe ser cobijado por la justicia social, con incremento acelerado hacia el estado de bienestar. La Colombia del futuro, la denominada del posconflicto, así mismo deberá impulsar el avance de las regiones y estimular una mayor interrelación con las demás naciones.
En resumen por todo lo anterior ahora hay que asumir el compromiso con el Plebiscito el día 2 de octubre en el que los cartageneros y los bolivarenses deben aprobar con el Sí, esos acuerdos que definitivamente dan un aval de legalidad y asentimiento democrático a los acuerdos de paz. No valen las distracciones, poner fin a la guerra fratricida de más de cincuenta años es lo fundamental. Terminar con una violencia obtusa que paulatinamente perdió no solo el sentido ideológico sino la racionalidad. Hay que acabar con la guerra y encontrar la convivencia en un clima de paz. Colombia ingresa ahora definitivamente a una nueva era, la de la paz.
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