Columna


La “Seguridad Democrática”

AP

07 de marzo de 2013 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

07 de marzo de 2013 12:00 AM

En tiempos de la Seguridad Democrática de Álvaro Uribe -el ideólogo de los de hoy- los bloqueos de vías, las barricadas, la quema de tractomulas, la detención de ambulancias con enfermos que terminan muriéndose por falta de atención médica oportuna, configuraban actos de terrorismo.
Y eran obra y acciones de terroristas. Y como tal, eran severamente reprimidos y judicializados con la agilidad de juicios sumarios o consejos verbales de guerra. Y sus protagonistas, mentores, ideólogos y animadores, sancionados con el estigma de aliados del terrorismo y enemigos de la patria.
Desde luego, aquellos movimientos estaban conformados por descamisados, pobres, desplazados, que apenas si alcanzaban a gritar por precarias reivindicaciones sociales que les procuraran los medios, igualmente precarios, de alcanzar el umbral mínimo de dignidad como seres humanos.
Dígase, agua potable en la cantidad del mínimo vital; servicios de salud, vía Sisben, igualmente mínimos, precarios y con cobertura limitada; educación, cualquier cosa para aprender sus hijos a garrapatear el nombre.
Y tierra, si eran campesinos, ni soñarla. Esa pertenecía a otros y no podía dividirse. Ni restituirse.
Desde luego, nunca el Gobierno se dignó a atender tan precarios petitorios. Ni mandaba ministros o altos consejeros para que “dialogaran”, “negociaran”, “transaran” o “acordaran” con los zarrapastrosos.
“Porque este Gobierno, óigase, pues, no dialoga ni negocia con terroristas”. Y así era.
Hoy, en cambio, los que bloquean vías, detienen ambulancias con enfermos que se mueren por falta de atención oportuna, levantan barricadas, queman tractomulas, son otros y de mejor familia, estrato y clase. Son cafeteros, ganaderos, agricultores, transportadores. Nada de terroristas o guerrilleros disfrazados de aquellos o infiltrados de la subversión.
Gente de bien; creadores de riqueza, bienestar y oportunidades, a los cuales este Gobierno no quiere y busca estrangular por todos los medios, trina su mentor más conspicuo. Y todo, porque no les dispensa mayores subsidios estatales, les condona deudas e intereses, los exime de impuesto y tributos. O, los dota gratuitamente de equipamientos tecnológicos, maquinaria, infraestructura y adecuación de sus tierras.
Además de garantizarles a perpetuidad y sin contraprestación alguna precios de sustentación, siempre al alza, y sobreprotección frente a la competitividad, a la cual, dicho sea, no le jalan para nada. Ni se esfuerzan por lograrla.
Claro, para eso están los paros, “las vías de hecho”, los motines y bloqueos de vías. Para presionar subsidios y obtener sin ningún esfuerzo ni riesgo, el incremento de sus “rentas individuales” a costilla del Estado.
Y, quién lo creyera, lo logran con creces y hasta con retroactividad y disculpas del Gobierno por haberlos provocado hasta la exacerbación y las “vías de hecho”.
De cuanto acontece, la lección a copiar y a poner en práctica de estos paros por la “caza de privilegios” y otras ñapas, es que las “vías de hecho” sí pagan. Y reparten dividendos electorales de mayor cuantía.
Pregunten si no, a senadores y directores de partidos políticos con carné de agricultores, cafeteros y ganaderos; a candidatos vacunos; a presidenciables y expresidenciables en trance de merecer. Y hasta a Angelino en subasta.

*Poeta

@CristoGarciaTap
elversionista@yahoo.es

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