Columna


La vida eterna

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

15 de diciembre de 2013 12:02 AM

Según la revista SEMANA, Larry Elison, fundador de Oracle y quien posee la fortuna #5 en el mundo, está obsesionado con la inmortalidad. Por eso gracias a su poderosa chequera creó una curiosa fundación llamada Ellinso Medical que otorga becas cuantiosas a científicos que estén involucrados prolongar la vida.

“Lo primero que hay que entender es que ya se probó que hay vida eterna. Hay aguamalas que rejuvenecen constantemente y un organismo unicelular que también es inmortal. Todavía no sabemos cuándo podremos usar esta información para la humanidad”, declaró un científico de este centro afamado.

La quimera de la inmortalidad. Vana ilusión, pues tarde o temprano, el inexorable paso del tiempo se impondrá y el simulacro en que se construyó la efímera máscara para metamorfosearse joven se convertirá en un espejo de la desesperanza. Las máscaras son como la profecías que se autocumplen, momentáneamente tienen “efecto” sobre la realidad, pero pasado un tiempo ya no se puede sostener el antifaz y la comedia se acaba.

La leyenda de Ashavero, el “Judío Errante”, quien estaba condenado a la inmortalidad como castigo, es un buen ejemplo para ilustrar  lo irreflexivo de esta postura. Rubén Darío, en su relato “Las razones de Ashavero”, pone en boca de este personaje esta afirmación: “He vivido tanto que mi experiencia es mayor que el caudal del agua del océano. ¡Así también es amarga!”
Una versión de esta leyenda dice que cuando tenía 15 siglos de existencia el “Judío Errante” había vivido todas las  heterogéneas y a veces balbucientes sucesiones de actos, omisiones, atriciones y tentativas, que conforman la parábola vital, con las resultas de que se le atrofió la capacidad de asombro y se sumió en un estado de gran indiferencia, fruto de un brutal aburrimiento. Este mito también intenta decir que la vida eterna en este mundo es una especie de castigo, ya que después de cierto tiempo, el solo hecho de saber de que esta no tendrá final se convierte en una feroz amenaza, porque la muerte, como epílogo del vivir, le otorga sentido a la existencia, pues en parte se disfruta ahora por la certidumbre de que esta es finita.
En fin, los fraudulentos elixires, fuente supuesta de eterna juventud y algunos experimentos de ingeniería genética que apuntan a prolongar artificiosamente la vida, llevan inmersos la semilla de la insensatez y contradicen uno de los principios básicos de la naturaleza, que dice que todo lo que nace muere.

*Columnista
menrodster@gmail.com

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