Columna


Las burlas canallescas de gobiernos y contratistas

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

08 de mayo de 2016 12:00 AM

A lo largo de las últimas cinco décadas, los estudios de factibilidad y los planes con toda clase de etiquetas se hicieron indispensables. Pero a pesar de los estudios y de los planes, las benditas obras se entregan con defectos y fallas de construcción, nunca dentro del plazo pactado y siempre con un sobrecosto dos o tres veces superior al calculado por los ejecutores.

Cartagena no atrajo los navíos del pirata Morgan, pero sí las burlas canallescas de gobiernos y contratistas. Tres proyectos de variado colorido nos tienen mojando prensa y agitando redes. Transcaribe, Reficar y las dos piedras preciosas del Anillo Vial, que son el diamante del túnel de Crespo y el rubí del puente de Marbella. Un triángulo de debacles con demoras, adiciones por encima del 50% del precio pactado y ni un solo responsable.

En la tierra del realismo mágico, donde no es raro ser inteligente, tampoco es titánico volverse invisible después de una vil trapacería.

Concentrémonos hoy en el Anillo Vial. El debate sobre el túnel y el puente estuvo repleto de reparos desatendidos. Pero había que gastarse los $180.000 millones y afilar la locuacidad oficial para descartar, con retórica de chapuceros, los disparates en ciernes, advertidos por los ingenieros, los medios de comunicación y los ambientalistas que participaron. Al final, todo se difuminó en medio de la hojarasca de terquedades del centro poderoso y la conformidad del Distrito silencioso.

Faltaba la esencia de la maturranga: poner túnel y puente bajo la dirección del vicepresidente de la República y precandidato presidencial Germán Vargas Lleras, dentro del paquete de megaproyectos de campaña, con el Ministerio de Transporte en su puño y la ministra monitoreando con él, esporádicamente, el pulimento de las dos piedras preciosas a cargo del Consorcio Vía al Mar. No resistieron el primer aguacero.

Los chorros que caían durante la lluvia fueron una sinfonía diferente a la de las primeras filtraciones. Ahora la música corrió por cuenta de las cajas de inspección de los sistemas eléctrico y de comunicaciones, desguarnecidos, y la inundación que afectó los bajos del puente y las maticas del parque lineal provino de la falta de un mecanismo de desagüe en la avenida Santander que nadie notó ni antes, ni durante, ni a la entrega de la obra. Sin embargo, Santos, el día de la inauguración, declaró sin sonrojarse: “Le cumplimos a Cartagena”.

Ante la posibilidad de que La Habana reviva como destino turístico, sería mejor que no matemos nuestra gallinita. ¡Ah!, y no nos sorprendamos si, con las obras de 4G pasa lo mismo que aquí, Santos y Vargas Lleras niegan al unísono que manejaron la chequera.

Propongo que el próximo premio nacional de Ingeniería se le otorgue al Consorcio Vía al Mar.
 

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