Columna


Las cosas que nos unen...

JORGE RUMIÉ

13 de mayo de 2016 12:00 AM

Hoy escribo sobre las cosas que nos unen en Cartagena. Es verdad, siempre hay gente a la que le encanta escarbar y resaltar todo aquello que nos divide, cuando en realidad tenemos tantas cosas en común y que hacen parte de nuestra identidad. Por eso – insisto – hoy quiero escribir sobre las cosas que nos unen.

Piensa nada más en la comida, por ejemplo. Puede haber algo más sabroso en la vida, mi estimado amigo, que una Cola Román bien fría y una empanada con huevo (arepa no es la palabra correcta), toda crujiente y calientica. ¿Te das cuenta de cómo nos ponemos de acuerdo fácilmente? Y qué decir de un pargo frito, acompañado de un buen arroz con coco…

Por eso digo que hoy quiero escribir sobre las cosas que nos unen. Y enseguida se me viene a la mente que aquí todos hablamos con las manos, gritando y haciendo ademanes. Nadie se salva. Por eso digo que si le amarras las manos a un cartagenero -venga de donde venga– el hombre quedará mudo. No puede hablar. Como los búhos en un entierro.

Ahora piensa en el orgullo tan grande que tenemos por nuestra ciudad y su historia. ¿Cierto que sí? Es que somos buenos criticándola, pero, ajá, cuando nos llega un visitante de afuera, ahí sí salimos corriendo, nos ponemos los corotos encima y con las babas afuera vamos orgullosos a mostrar la tierra heroica. Por eso hoy quiero escribir sobre las cosas que nos unen. Y pienso en lo colorida que es Cartagena, con esos atardeceres anaranjados que abrazan el mar.

Fíjate que el verdadero secreto de nuestro sabor se nutre casualmente de la diversidad racial y cultural que tenemos. Con razón dicen por ahí que, cartagenero que se respete, es una mezcla exótica entre un pelotero, un pescador, un historiador, un boxeador, un finquero y un tirador de buscapiés. Y es verdad. En Cartagena nos une la alegría de su gente, las habladas de m… en las esquinas del barrio, las fiestas con el Joe, los partidos del Real, las avenas de Caparroso, las peleas de Rocky y Pambelé, las compras en el Magali, el ron con mandarina en la playa con los amigos del alma, el peto en la fiestas de la Candelaria… 

Es curioso, pero hace poco me comentaba un amigo de la nostalgia añeja que sufren los cartageneros que están radicados por fuera y me explicaba de las reuniones que entre ellos hacían para soñar despiertos con todas esas historias legendarias que nos unen y que aquí, irónicamente, minimizamos.

Por eso digo que hoy quiero recordar las cosas que nos unen. Y por ahí mismo nos pueden ayudar a entender que si remamos todos juntos y en la misma dirección, avanzaremos más fácilmente…

jorgerumie@gmail.com

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