Columna


Las vainas del cero

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

08 de octubre de 2016 12:00 AM

Las conocimos con temor, cuando en la escuela nos amenazaron con un cero, como castigo por poca atención, en distracciones y travesuras propias del kínder.

Mucho tiempo después nos enteramos que había algo peor que el cero: el sobregiro, cuyo significado comprometía esfuerzos y recursos, para volver al estrambótico equilibrio que el cero significa.

El cero es un símbolo que denota la ausencia de un número, pero es a la vez un dígito. El cero es despreciado en forma equivocada. Lo confundimos con la nada. Algunos lo asocian con la negación de un valor cuya presencia es fundamental.

Escuchábamos a los mayores calificar a alguien despectivamente, al decir que era un cero a la izquierda. Los ceros a la derecha son la diferencia principal entre algunos que hoy se llaman pomposamente magnates, y otros seres también de carne y hueso, que apenas tienen esperanzas.

Las matemáticas deben trastornar a algunos obsesionados con la ideología: colocar el cero a la derecha de un número multiplica por diez su valor, mientras que si se sitúa a la izquierda no lo modifica en absoluto. Vainas del imperio, diría el ecuánime Nicolás Maduro. 

El cero se escribe O. La circunferencia, que inspiró para inventar la rueda. Esa figura geométrica parió el 3,1416, número irracional que un tal Arquímedes se antojó en llamar Pi.

Es un simpático símbolo que nos remite a las figuras ovaladas de nuestro pintor estrella. Los obesos vemos con agrado la aceptación que tiene. Las líneas rectas son las menos parecidas a la condición humana, errática y caprichosa.

Los exitosos de todas las épocas ponderan su labor y capacidades, repitiendo que partieron de cero. Expresión que magnifica la gesta cumplida.

Parece que cero viene del árabe y su significado es vacío. El viejo Sartre empleó años para reflexionar sobre el ser y la nada. Otros se dedicaron al cero y el infinito.
Paradójicamente el cero indica amplitud de expectativas. El consuelo de los pobres: no tener nada que perder. Pero eso era antes de las Farc.

Los “cinco en todo” por su petulancia se ganan la animadversión de sus vecinos. Las mujeres de cero en conducta suelen  tener mucho público. En el espionaje, doble cero indica licencia para matar. Entre nosotros, sin ese trágico prefijo, lo hacen con mayor saña, y frecuencia.

Con el cero comienzan los números de “atención al cliente” donde someten a cualquier cristiano al suplicio más cruel del mundo actual, ante un “call center” sordo, que solo reclama, distorsiona y a veces amenaza.

039 eran las placas de un carro en el que se llevaron una buena hembra. Cero tolerancia al delito, suelen porfiar funcionarios parlanchines al posesionarse, pero de ahí no pasan.

El cero solo seduce a magnates y pobretones. Reyes y papas no lo han tomado en cuenta. Ha habido Juan veintitrés y Luis catorce, pero ningún Francisco Cero.  

El cero es un símbolo que denota la ausencia de un número, pero es a la vez un dígito. El cero es despreciado en forma equivocada.
Paradójicamente el cero indica amplitud de expectativas. El consuelo de los pobres: no tener nada que perder. Pero eso era antes de las Farc. 


abeltranpareja@gmail.com

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