Con este nombre, el del título, identifican en los corrillos políticos a la accidentada Reforma Judicial que está a un brinquito de la resurrección.
Reconozcamos, de entrada, que la reforma tiene normas buenas, cambios convenientes y supresiones saludables, aunque el problema judicial es más de condiciones humanas y profesionales que de artículos e incisos. Sin embargo, su pifia de trámite obedeció a que la Unidad Nacional no fue capaz de evitar que el Congreso, a cambio de doce años de período para los magistrados y de cinco años más para el retiro forzoso, aprobara un anticódigo penal que favoreciera a los congresistas con deudas penales.
Pero la chambonada –más demagógica que patriótica– de dictar un decreto convocando sesiones extras para tumbar el bodrio que le repugnó a la opinión pública, complicó las cosas porque el “papayazo” dejó de bola a bola la resurrección de Lázara con otro de los fallos históricos que están tan de moda por estos días y con la ventaja de que se ajustará a derecho. Después del rayo caído no había Santa Bárbara que valiera.
Ahora bien: ¿Podrá el seguro choque de reformas que se avecina “hacer reflexionar” al Consejo de Estado para que recule la decisión proyectada, ante la inminencia del desastre judicial que vaticinó el ministro de Justicia? ¿Sacrificarían sus magistrados la integridad del Derecho a las tentaciones de un período más largo y de una edad de retiro más avanzada?
Toda una encrucijada, por cuanto de aprobarse la reforma que tiene lista el Gobierno truncaría, luego de por lo menos un año de aplicación, la vigencia de Lázara, a menos que los honorables consejeros repitan, igual que con la nulidad de varias elecciones en las cortes, la demora de las firmas en la sentencia anulatoria. Complacerían a Santos a ver si, benévolo y agradecido, mete en el nuevo proyecto la zanahoria de los períodos y el retiro.
Para todo hay solución. ¡Ah!, ¿y la Corte Constitucional, que es la estación ineludible del control de constitucionalidad?
Tampoco sería un estorbo. No le desagradarán al togado de las gavetas climatizadas cuatro años adicionales de corredor de carga y aduanillas. Él, maestro de la intriga, hará un buen trabajo de persuasión con los colegas que aún no han sucumbido a sus encantos, uno de los cuales es el de entonar canciones como “El Tomatero”, inspirada por los terratenientes de San Pedro de Urabá; o el de bailar, con un ritmo de sucesión perfecta, mapalés como el intitulado “Caldereta”.
Privilegio corporativo mata, en tiempos de crisis y de agitaciones, el deber institucional de mejorar, con las sentencias judiciales correctas, la calidad de las decisiones políticas.
*Columnista
carvibus@yahoo.es
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