Columna


Le creo a Fidel

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

27 de junio de 2017 12:00 AM

Diferentes medios de comunicación regionales y nacionales hicieron eco de la denuncia de la procuradora Delegada para la Defensa de los Derechos Humanos, Elsy Angulo España, quien asegura fue víctima de discriminación racial en un reconocido establecimiento público de Cartagena.

La ocurrencia de hechos similares en el pasado reciente, la sensibilidad que generan por los innegables avances del país en el reconocimiento y protección de los derechos de las minorías, y la dignidad del cargo de la denunciante, motivaron que un incidente aparentemente menor trascendiera como escándalo mediático.
No obstante el episodio genera dudas por involucrar a un personaje y a un escenario íntimamente ligados a los afectos del pueblo cartagenero y de miles de turistas nacionales e internacionales, por ofrecer a lo largo de varias décadas un servicio carente de prácticas excluyentes, que persisten de manera sutil o directa en otros espacios de la ciudad.

Fidel Leottau es un hombre afrodescendiente, amigable, sereno, informal e integrador; si por algo se le pudiera llamar excluyente sería por privilegiar a la salsa como género musical en su establecimiento, lo que sus clientes aceptan tácitamente como un acuerdo de gustos y voluntades.

“Donde Fidel” es el último espacio público del centro amurallado donde confluyen con plenas libertades los cartageneros literalmente corridos de otras plazas y se integran con personas de todas las nacionalidades, razas y religiones, en un cálido ambiente de sana diversión, compartiendo el lenguaje universal de la música. De la música salsa.

En el pequeño espacio cerrado y en la amplia zona abierta en una esquina de la plaza de los coches, que hacen parte de los dominios salseros de Fidel, se reúnen cada tarde y noche blancos, negros, mulatos, mestizos, indios; derechistas, izquierdistas, independientes, cristianos, musulmanes, ateos, heterosexuales, gays, lesbianas; hombres y mujeres honestos y muy probablemente algunos corruptos, sin que nadie se ocupe del vecino, a menos que sea para compartir una sonrisa o un baile. La libertad, diversidad, integración y tolerancia son la naturaleza del lugar y la razón de su éxito sostenido y no pocas veces envidiado.

Por esas razones, por haber visto y disfrutado muchas veces de esa integración racial, intelectual, política, etílica y emocional, no creo posible el episodio de discriminación denunciado. No es solo solidaridad con Fidel, a quien le creo; es cuestión de sindéresis.

No creo tampoco en un testimonio fabricado por la funcionaria, pero sí en un exceso de sensibilidad racial o en la reacción extrema a una probable descortesía. Fidel tuvo la gallardía de presentar disculpas a la afectada, ojalá se las acepte y regrese pronto a disfrutar la inclusión cartagenera a ritmo de salsa.

 

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