Columna


A lo hecho pecho

CÉSAR PIÓN GONZÁLEZ

22 de septiembre de 2015 12:00 AM

Inscribirse bajo firmas debería ser el acto más puro de la democracia, un mensaje al ciudadano independiente y abstencionista, agotado de los partidos tradicionales. Pero algunos candidatos ven este ejercicio de manera oportunista para anticiparse al tiempo permitido de publicidad política, y conseguir un posicionamiento legal. Lo que sucede es que al finalizar la recogida terminan aspirando por partidos o aceptando a los más cuestionados en alianzas bajo el engaño de la fusión programática.

Me llama la atención que esta estrategia en el país ha sido aplicada por la mayoría de integrantes de partidos reconocidos, que eligieron dirigentes con cuestionadas hojas de vida y probaron las mieles del poder. Hoy utilizando incluso la religiosidad, encontraron el camino. Es un error improvisar en temas tan trascendentales, para caer luego en señalamientos que desinforman y causan en la opinión pública imaginarios equivocados. Asumir las fallas es un acto de gallardía.

Pero las instituciones no son culpables, culpables sus hombres y quienes ejercemos esta actividad. Demostremos que ser político es un orgullo, una vocación, y bajo ese camino constitucional el pueblo debe labrar su decisión porque para todos hay. Somos un producto y como en todo mercado, la gente escoge el mejor preparado y quien llene sus expectativas.

Recuerden que el papa y la alta corte expresaron “¿Nos avergonzamos? Tantos escándalos que no quiero mencionar singularmente, pero que todos sabemos cuáles (...) Escándalos, que algunos han tenido que pagar caro: ¡Y eso está bien! Se debe hacer así (...) ¡Son la vergüenza de la Iglesia!”

Cuando las actuaciones de un magistrado se cuestionan seriamente al punto de poner en tela de juicio su transparencia y rectitud, la Rama Judicial entera se ve impactada negativamente, entre otras razones, porque se afecta su legitimidad.

Y yo sigo asistiendo a mi iglesia y creyendo en la justicia, pero buscar la responsabilidad de mis errores en otro, es desacertado y antidemocrático; como dijera Jaime Lopera Gutiérrez, “la culpa es de la vaca”.

Razón que me lleva a creer en Quinto, un hombre de partido, por su entereza, personalidad y por no avergonzarse de ser político. Aunque muchos colegas han cometido errores, las culpas van más allá de los servidores del estado. Quien esté libre de pecados que tire la primera piedra.

Observemos patrones como los departamentos del Atlántico y Córdoba, donde Name, Char, Musa, ‘Ñoño’, son cuestionados, pero son los más votados y sus ciudades y áreas de trabajo navegan a millón en el desarrollo y la competitividad. Como dicen por ahí, “no busquemos el ahogado río arriba” y “si lloras porque perdiste jugando el viernes santo, quien te ganó no estaba el lunes de pascuita”.
 

clamuro13@gmail.com

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