A Colombia vienen gurúes a dar cartilla con frecuencia. Se publicitan sus consejos pero se les hace poco caso. Estuvo el profesor Stiglitz en Medellín y le dejó a Santos cuatro consejos inobjetables, pero que no aportan algo nuevo. Los conocemos: tasa de cambio, estructura de producción, distribución del ingreso, apoyo a las ciudades y TLC. Sabemos enfrentar a la mayoría, pero nuestro sistema político interfiere y conspira contra las buenas soluciones. Sucedió con la justicia, la salud y la educación en este gobierno que intentó reformarlas con nuevas leyes y mermelada.
La reforma de estos tres sistemas debería figurar de primera en la agenda de todos los candidatos, pero se debe intentar de otra forma, introduciendo mejoras en los sistemas que con las leyes que hay. No se puede postergar más una sanción política o por lo menos social contra los abusos de los jueces y sobre todo los de las altas cortes. Ninguna ley cambiará ese sistema si seguimos tolerando su desfachatez en defensa de sus intereses y de los que medran a sus espaldas.
El Ministro de Justicia debe decir algo respecto a la decisión del Consejo de Estado que favorece a los que han recibido pensiones exageradas. Alguien en el gobierno debería preguntar por qué la Procuraduría le busca el pierde al superintendente de sociedades. La separación de poderes no implica que el Ejecutivo se vuelva alcahueta de sector judicial.
Reformar la salud también es impostergable. Se puede hacer con la regulación que hay y con las EPS que demostraron no estar ahí para desplumar al gobierno y al público. Un requisito es seguir fortaleciendo a la Superintendencia de Salud y dejar que el Superintendente permanezca en el cargo o venga alguien de carácter y experiencia a reemplazarlo, sin padrino político. Otro requisito es centralizar el manejo del recaudo y de los fondos en una entidad dependiente del Ministerio de Hacienda. Uno más es que las EPS que desacaten las regulaciones o no respeten el control y la capacidad rectora del Gobierno sean sancionadas en forma ejemplar sin interferencia de la clase política.
En educación básica y secundaria, la idea de mejorar la calidad de los maestros y elevarles su ingreso y su status ha hecho carrera y la de ampliar la jornada escolar también. Ahora hay que pensar cómo hacerlo bien. Quizá se pueden identificar centenares de maestros que los alumnos y la comunidad respetan y admiran. Se puede comenzar por reclutarlos primero en el programa de elevación de sus competencias y de sus ingresos, formándolos como tutores de los maestros que ingresan al sistema, con énfasis en la relevancia, la discusión de valores y la generación de una mística profesional. Que participen en talleres de análisis de problemas y métodos pedagógicos, como los de Alejandro Santamaría, cumple la doble función de concientizar y de transmitir conocimiento de los maestros al sistema. (Continúa).
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