Columna


Lo que nos une de la Selección

PEDRO CAVIEDES

05 de julio de 2014 12:02 AM

Comienzo a escribir esta columna el viernes 4 de julio a las ocho y cincuenta de la mañana. Como la gran mayoría de los colombianos, tengo puesta la camiseta de la Selección, y estoy pensando en el partido de esta tarde. En las calles se respira el ambiente, los que se cruzan hacen las mismas preguntas, ¿dónde te lo vas a ver?, ¿cuánto a cuánto irá a quedar?, ¿será que hoy es el día, compa? Las horas, desde que el árbitro pitó el sábado pasado el final del partido con Uruguay, se han devenido en una cuenta a gotas que nos repleta de ansiedad. ¡Pero hoy es el día, compa!

Quizá también valga la pena preguntarnos qué significa, por qué queremos y admiramos tanto a esta selección, más allá de que, cuando salga publicada esta columna, hayan ganado o perdido.

Soy de una generación que vivió la euforia del 5-0 con Argentina. Y el dolor de las derrotas en el Mundial de los Estados Unidos, alas que se les sumó el cobarde asesinato del jugador más preciado, serio, humilde y profesional de aquel equipo: Andrés Escobar.Esas derrotas nos dolieron no tanto por perder, sino por las pocas muestras de profesionalismo, unión y sencillez, que mostraronaquellos jugadores tan queridos. Pero quizá, esas mismas falencias las sufríamos la mayoría del pueblo colombiano, y esto nos permitió embebernos en un triunfalismo estúpido, que acabó en tragedia. Y quien menos representaba esas falencias, fue su principal víctima.

Hoy, sobre los escombros de aquel dolor, se ha erigido un nuevo grupo de muchachos que, con una, por encima de todas sus virtudes, nos está señalando el camino a la gloria: el trabajo en equipo. James Rodríguez ya es, hoy (¡antes de que se luzca ante Brasil!) una de las estrellas de este campeonato, y del fútbol mundial. Pero lejos está de creerse más que nadie en el grupo, sabedor como es de que sin el esfuerzo del gran capitán Yepes en defensa, o las intrépidas apariciones de Cuadrado en cualquier lugar de la cancha, o las voladas de su cuñado Ospina bajo los tres palos, o el sacrificio de Aguilar y Armero, o la sabiduría del profe Pekerman, y las ganas y el empuje de todos,su brillo, y el de la Selección Colombia, no sería el mismo.

El trabajo en equipo. Luchando por aumentar y no por disminuir el brillo del otro, es como al final ganamos todos. ¿Qué tal si los cartageneros nos quedamos con la camiseta puesta mucho, mucho tiempo después de que haya terminado este Mundial, y comenzamos a trabajar por hacer de esta, una ciudad ganadora? ¿Qué tal si en lugar de pensar solamente en los intereses a corto plazo de cada uno, y de enemistarnos con aquel que nos parezca que se entromete en nuestro camino, pensamos en la prosperidad que nos espera a largo plazo, si seguimos el ejemplo de nuestra Selección?¿Si ese grupo de gladiadores ha sido capaz en Brasil, por qué no nosotros, jugando como locales?

¡Vamos mi selección!

pedrocaviedes@gmail.com

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