Recuérdese que los gobiernos locales y departamentales son formidables plataformas desde donde se apoyan a las fuerzas nacionales en disputa por el poder.
El próximo 25 de octubre se elegirán alcaldes, gobernadores, concejales y diputados. Una generación de políticos para un período particular. Se sabe de los avances de los diálogos de La Habana, del acelerador del Gobierno nacional para crear la comisión legislativa que le dé cuerpo a los acuerdos y del apoyo de la embajada americana y del mismo gobierno de este país, para “poner en cintura” a opositores reticentes. Más temprano que tarde se firmarán los acuerdos entre el gobierno nacional y las Farc mientras se negocia con el ELN.
El próximo cuatrienio de los gobiernos territoriales no será uno más. Mucho de lo que pase durante estas administraciones le servirá o no a la búsqueda de la paz. La paz no es ajena a nuestros alcaldes y gobernadores; un simple asunto de firmas en La Habana y leyes en el Congreso, allá en Bogotá. Como insiste el alto consejero presidencial para el tema, Sergio Jaramillo, la paz será territorial; porque es allí, o aquí para sentirla más cercana, en los territorios donde se reconstruirá la sociedad, se sanarán las heridas, se promoverán la reintegración, las reparaciones y restituciones, la convivencia y el perdón. En las ciudades, en los barrios, en las zonas rurales, en los poblados, se requerirán estrategias estatales serias que materialicen los acuerdos y reparen las fracturas del tejido social.
Ante una situación como la de Colombia, resultaría sano que durante la campaña electoral se conociera la posición de los distintos candidatos sobre la paz. Ese es un tema a incluir en las reflexiones y debates. La sociedad requiere saber si se es sensible a la paz o si por el contrario se guardan resabios que pueden entorpecer que la paz se aclimate; si los candidatos tienen vínculos con estructuras ilegales generadoras del conflicto o si hace parte de toda una corriente que desea regresar al Gobierno nacional en 2018 para atizar las cenizas de la guerra. Recuérdese que los gobiernos locales y departamentales son formidables plataformas desde donde se apoyan a las fuerzas nacionales en disputa por el poder.
Con los resultados del 25 de octubre se construirá un nuevo mapa dibujado con los gobernantes que acompañarán el proceso de paz y los que le pondrían introducir troncos a la rueda y añoran el retorno al poder de los guerreristas.
Quienes anhelan la paz tienen con la militancia de los candidatos, los avales recibidos y sus amistades políticas y económicas, con sus expresiones y sensibilidades buenos datos para escoger. Pero se requieren posturas de ellos sobre la paz, no como un eslogan más de campaña, sino con la profundidad que amerita. Con lo que viene no se juega y en las urnas tampoco. Los candidatos tienen la palabra; ¿cuál es su visión integral del posconflicto?
*Columnista semanal
albertoabellovives@gmail.com
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