Columna


Los cuadros del alcalde

ORLANDO JOSÉ OLIVEROS ACOSTA

29 de octubre de 2014 12:02 AM

Dos meses aproximadamente lleva el alcalde de Cartagena, Dionisio Vélez Trujillo, donando a los colegios públicos de la ciudad varios cuadros con su imagen. Pudo mandar libros o computadores, que son lo que más necesitan nuestras nuevas generaciones, pudo mandar sillas o becas, parques o meriendas reforzadas, pero no, él manda un retrato suyo para que sea colgado en cada salón y rectoría como en los países donde los dictadores obligan a que la gente los vea en cualquier rincón de la nación.

Ya no basta con que su nombre salga en cada proyecto infructuoso de la ciudad, ni que al entrar en las dependencias distritales nos tropecemos con su foto de gigantón encamisado asomándose en los balcones coloniales de la alcaldía. Ahora también debemos mirarlo en las instituciones educativas y tratar de entender el comportamiento tan absurdo de este funcionario público que va de noticiero en noticiero presumiendo de una buena gestión que no existe.

A este alcalde hay que advertirle que la arrogancia no conlleva a ninguna empresa provechosa. En su arrogancia (o ingenuidad, puede ser) se ha creído que puede cambiar el escudo republicano de Cartagena por el escudo colonial, al tiempo que conmemora nuestros gritos de independencia. Dionisio está convencido de que es suyo el poder para juntar las Fiestas de Independencia con el Concurso Nacional de Belleza, o que es posible reinaugurar el Parque del Centenario (que es un monumento a la libertad política) mientras se usan los símbolos de la Corona Española.

No sé dónde están sus asesores ni dónde su sentido común. Todavía estoy impresionado por la superficialidad de su mandato y no hago otra cosa que ponerme las manos en la cabeza cada vez que suelta una de sus frases célebres o ejerce, de modo incoherente y absoluto, sus funciones gubernamentales.

Me pregunto si todo este show de colocar fotos suyas en los colegios no será el reflejo de su constante evocación por la colonia y las estructuras hegemónicas del poder. A lo mejor Dionisio se cree en un reino y, como buenos súbditos, nosotros tenemos que verlo en todos los espacios de la ciudad. El “pelao” (como él mismo se hacía llamar en campaña aunque tenga 40 años) nos salió con hábitos del medioevo.

Los jóvenes y los ciudadanos que votaron por él se quedaron esperando una gestión madura y eficaz para un período atípico de casi tres años. Se quedaron esperando ideas innovadoras, soluciones urbanísticas y procesos que recuperaran el buen uso de la memoria histórica, y lo que esta ciudad recibió fueron cuadros, retratos banales de un alcalde que, al igual que Narciso, se ahoga poco a poco por querer besar su reflejo en el agua.

*Estudiante de literatura de la Universidad de Cartagena


@orlandojoseoa
orolaco@hotmail.com

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de El Universal.
 

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