Columna


Los del No y los del nunca

MAURICIO CABRERA GALVIS

27 de noviembre de 2016 12:00 AM

¿Sirvió para algo el fracasado intento de lograr un consenso nacional en el acuerdo de paz con las Farc después del plebiscito? ¿Se perdió el tiempo en las reuniones con los autoproclamados voceros del No y en La Habana?

Por la furiosa reacción de los parlamentarios del CD se pensaría que no sirvió y que la polarización es aún peor. Pero un análisis permite ver dos logros importantes: primero, se mejoró el acuerdo con muchas de las observaciones de quienes se oponían al anterior; y se develaron las intenciones reales de los que no quieren ningún proceso de paz.

Hay que resaltar el esfuerzo de las partes que permitió un nuevo acuerdo: los que con dedicación prepararon y presentaron cientos de propuestas; el gobierno, que con talante democrático oyó a todos los voceros; el equipo negociador, que las presentó en La Habana; y las Farc, que entendieron el mensaje del voto de protesta y aceptaron modificar de fondo un texto ya firmado.

Hay un mejor acuerdo, como dijo de la Calle, incluyendo cerca del 90% de las propuestas, con cambios sustanciales: la no inclusión de todo el acuerdo en el bloque de constitucionalidad, los límites y precisiones a la Justicia Especial para la Paz, los recursos de las Farc para reparar a las víctimas, o la conexidad del delito del narcotráfico. Además se aclararon malentendidos sobre la ideología de género, el papel de la familia o el respeto a la propiedad privada.

Muchos voceros del No vieron los cambios y apoyaron el nuevo acuerdo: entre otros la Iglesia Católica y varias iglesias cristianas, el Consejo de Estado, los militares retirados y la ANDI y la SAC. Todos estos sectores del No estaban interesados en mejorar el acuerdo y lo lograron, así que con ellos se puede decir que al nuevo acuerdo hoy lo respalda la mayoría de la población.

Pero el expresidente mentiroso y sus seguidores, que niegan hasta lo evidente, ni siquiera reconocen estos cambios y siguen en su férrea oposición a firmar la paz. Así confirman que su posición no era el No a un acuerdo, sino el ‘nunca’ a cualquier intento de acabar la guerra por un camino diferente a la derrota militar de las Farc.

Cuando empezaron a negociar en La Habana dijeron que no se podía hablar con terroristas; cuando el mundo apoyó el proceso de paz dijeron que se entregaba el país al castrochavismo; cuando hubo acuerdo, dijeron que sí querían la paz pero no así; cuando se cambió el acuerdo lo rechazaron porque no se quitó la elegibilidad política de los guerrilleros, a pesar de que el expresidente del todo vale la ofreció, y mucho más generosa 
Es claro su mensaje: nunca quisieron la paz y nunca aceptarán que la haga Santos, porque su objetivo es el poder en 2018, aunque con su talante antidemocrático creen que la mínima mayoría en el plebiscito los legitima para pedir la renuncia del presidente o la revocatoria del Congreso.

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